arequipa es blanquísima y casi podría asegurar que es la ciudad más bella que he visto hasta ahora. los patios coloniales se abren generosos para quien se anime a pasar, y atesoran fuentes amplias y macetas con malvones, que se recortan luminosos sobre las paredes de sillar, piedra volcánica de color blanco de la cual están hechos todos los edificios del centro histórico.
recién se enciende la luna llena, colgada apenas sobre las torres de la catedral. hace un momento, brillaban con la luz del atardecer los arcos de la plaza de armas.
como si fuera poco, los tres volcanes que la custodian, se tiñen de rosa.
sábado, enero 10, 2009
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