miércoles, junio 16, 2010

en el camino


el día después de la fiebre atroz, me levanté tempranísimo. el mundo ya no giraba tanto, o mi cabeza parecía estar más en su lugar. me duché, acomodé mis cosas y salí a la calle. caminé un rato, son tan hermosas estas callecitas... el río asomando al final de la esquina, los techos rojos, los árboles, infinidad de mariposas, bicicletas, monjes.
tengo el atrevimiento de preguntar cuanto sale alquilar una bici. me río de mí, qué loca estoy. apenas puedo estar en pie! entro a un templo, voy al mercado, entro por una calle angosta que no conocía, al menos no la conocía llena de puestos de verduras y frutas. paradójicamente, tampoco reconocí la avenida por la que iba, desnuda ahora de los puestos del mercado nocturno de artesanías. todo tiene una rutina horaria particular en laos. son apenas las 8 am, y hay puestos que ya están cerrando!
compro jengibre para mi garganta malherida, me da gusto poder preguntar en lao y entender la respuesta. no es que haya aprendido tan rápido, pero es que se parece mucho al thai. averiguo por los buses a vang vieng y decido tomarme uno ese mismo día.

vuelvo al hotel a armar la mochila, a empacar. cómo se dice "enmochilar"? no hay una palabra para eso en castellano. en inglés tampoco, para todo dirían "pack". pero no es lo mismo decir empacar que enmochilar, armar la mochila. empacarse es también encapricharse, tararse, detenerse, negarse a moverse. o sea, todo lo contrario a la idea de enmochilar.

seis horas de viaje. voy moviéndome de una ventanilla a la otra, sumergiéndome en el paisaje. montañas verdes suben y bajan a cada lado. cada tanto, como hongos silvestres, brotan algunas casas a los lados de la ruta, muchas de ellas suspendidas sobre el risco encaramadas a finísimos pilares chuecos. cada tanto el río asoma desde el abismo, marrón y caudaloso. hay un eco lejano al valle sagrado del cusco.
hay infinidad de chicos. pasa una mujer con su crío atado en la espalda, después dos nenas con canastos en la espalda llenos de leña. dos chicas cargan montón de bidones, adivino que irán a buscar agua. un tipo corta leña, chorrean los mocos en la cara de un enano de dos años, tres pibes juegan a la pelota, una mujer acomoda unas hojas verdes, llueve un poco. en cada rancho hay una escena que quisiera fotografiar.
pienso que igual, más que la foto, quiero la historia.
quisiera viajar in eternum, saber cada idioma, poder parar en cada casa y charlar con cada uno de ellos. saber que les pasa, cómo viven, qué piensan, qué sienten.
es que cada rostro es una historia.
si nomás saco la foto, yo armo el relato. pero si ellos me lo contaran, la foto simplemente sería para mí un anclaje para ese texto.
nada más que una imagen atada a tanto significado.

2 aportes al desconcierto general.:

Anónimo | 20 junio, 2010 19:28

Que lindo Poli! lo que mas recuerdo de laos es lo pasa al costado del camino...tus palabras me hacen aflorar muchas sensaciones. Beso. Eric

El salva | 20 junio, 2010 20:22

¡Que hermoso relato Pau!