finalmente decidimos alquilar bicicletas, aunque nos costó arrancar. salimos pasado el mediodía con un calor húmedo y pegajoso en busca de una laguna azul. la ruta desigual y pedregosa convertía mi cuerpo en un sonajero. al poco de salir paramos en un puesto-restaurant-kiosco, compro rambutanes, una fruta roja y peluda por fuera y blanca por dentro, de textura y sabor parecidos a las uvas; mathias se deja robar por una sprite que sale carísima. ya estamos hechos agua, me mojo la cabeza antes de seguir.
entramos en un desvío para ver una cueva, el camino era aún peor: piedras, subidas, bajadas, calor. estamos ensopados. llegamos a la cueva, adentro está fresco, tenemos una linterna muy mala, nos escurrimos detrás de un trío que va delante nuestro pero sus linternas tampoco ayudan mucho, no sabemos muy bien que es lo que hay para ver, tras intentar caminar acurrucados por una rendija a 45 grados, decidimos salir.
otra vez la ruta coctelera, hay que bajar de la bici y caminar. volvemos a la ruta principal, la promesa de una laguna azul al final del camino nos mantiene vivitos y pedaleando, el camino mejora sensiblemente, pedaleamos entre cielos reflejados en los arrozales.
cruzamos un puentecito de ensueño, abajo un río verdiazul ronronea manso, compramos un ananá, seguimos pedaleando, pasamos por unos pueblos, sabaidee.
llegamos a la caverna y lago, que no es lago sino río, que no es azul sino verde. nimiedades, el punto es que nos podemos bañar. a un lado del puente el agua está llena de púberes ingleses, del otro lado el río solo para nosotros.
mathias no es muy amante del agua, chapuzón y sale, yo me quedo flotando un rato, dejándome acariciar por la corriente. nos sentamos a cantar y charlar un rato, le entramos al ananá, subimos a la caverna, ni idea teníamos que serían tantos escalones, casi hay que subir toda la montaña, una vez arriba otra vez hay que descender casi lo mismo pero por adentro del cono de roca. el primer recinto es enorme y entra luz. tiene una acústica increíble, canto el ave maría sólo para probarla. no nos metemos muy adentro, la linterna es casi inútil y estamos con poco ánimo explorador. bajamos y otra vez al agua, serán pasadas las 5 cuando empezamos a regresar. que feliz me hace pedalear, voy cantando a todo lo que dan mis pulmones. pasamos otra vez por el puentecito de ensueño, mathias sugiere que cenemos ahí, sino fuera porque pronto estará oscuro suena genial, corremos el riesgo.
la gente es superamable y la comida está bien, compramos otro ananá para mañana, apuramos la pedaleada, ya no queda nada de sol, no es muy fácil con las rocas pero ya casi llegamos, las cosas en el canasto de la bici saltan como poseídas, voy perdiendo las frutas que compré como una gretel a pedal.
antes de cruzar el puente sacamos unas fotos, ya está oscuro pero ya estamos de regreso. ya sobre el asfalto, elijo seguir con la pedaleada un poco más.
la bici y yo nos merecemos pedalear sin saltar, romancear un rato sobre terreno amigable.
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4 aportes al desconcierto general.:
Anónimo 1 & 2, alias Duracell Me llamo Pepe, me dicen José Stop Vi luz y dentré Stop Quiero ananá Stop Buen viaje loco Stop Foto en Picassa revela retroceso de pánico escénico Stop Volveré y seré 3 ( ó 192.168.100.10 (Cambio y juira)
Paula que buen dia tuviste!! me encanta :). Espero que no te haya dolido tanto ;a cola despues de ese dia de bumby biking (jejeje). Me encanta leer tus entradas, el viaje que estas haciendo es algo que siempre sone pero nunca tuve los huevos para hacerlo.. ahora leer tus advneturas is the next best thing! Aguardo la proxima entrada!
Nats
¡Qué bueno hubiese sido escucharte cantar dentro de la caverna!
Muy lindas las fotos y que bueno que se ve el lugar
:) harmoso día, y el post anterior, una belleza.
ah, me divierte el conejo amelinesco!
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