de pedo nos enteramos que teníamos que bajar del barco, habíamos llegado a wanzhou.
en la terminal de ferries mientras averiguamos como ir a moudao para poder llegar a yumuzhai, un pueblo perdido en medio de la montaña, nos cruzamos con un tipo chino que hablaba un poco de inglés. él estaba de turista también, recogió las indicaciones y nos acompañó hasta la parada del bus, él también tenía que tomar uno ahí. subimos a nuestro bus con rumbo a la terminal sur, almorzamos por ahí, sacamos el boleto a moudao, de pronto se aparece el chino diciendo que nos estaba buscando, que se venía con nosotros.
sin dudas está bueno ir con un local que te hace de intérprete, pero había algo ahí, no sé qué, como que no me caía bien. no escupía por suerte, aunque sí hacía ruido al comer, después de todo era chino también. antes de llegar a moudao alguien le dijo que podía bajar del bondi y escalar hasta yumuzhai por la montaña, lo miré a jonathan con cara de "ni en pedo, andá vos si querés", nos quedamos en el bus y el chino se bajó. nosotros seguimos hasta donde debíamos, en tres minutos estábamos rodeados por un montón de chinos que nos miraban como si hubiéramos estacionado la nave espacial segundos antes, tenemos que tomar otro bus a tashi y ahí vemos. una hora más en otro bus, hay un chico que habla un poco de inglés, son muy tiernos éstos que hablan un poco, porque se mueren por practicar pero les tiembla la voz al hablar. resulta que en el bus va una chica que tiene un hotel en yumuzhai, sólo tenemos que seguirla. para cuando llegamos a tashi ya estamos arriba de todo de la montaña y el camino hasta yumuzhai es bella, levemente ondulado y verde. el cielo es verdaderamente azul acá o hace muchos días venimos de gris en gris, caminamos una horita quizá con las mochilas encima siguiendo a la muchachita en silencio hasta el portal de piedra que custodia la entrada a yumuzhai. el camino zigzaguea entre arrozales y maizales, tras un rato más de marcha llegamos a la casa, el chino escalador está sentado en la puerta, éste es el único hotel del caserío.
la señora es un encanto, la habitación confortable y barata, la cena está lista con una profusión de platos coloridos. todo es saltado en grasa, el colesterol es una noción desconocida. hay panceta ahumada saltada con vegetales, hojas verdes, chauchas de dos clases, pollo con vegetales, puchero de gallina, papas saltadas, maníes fritos, algo que es como grasa de cerdo hecha milanesa y obviamente arroz, además de un aguardiente fuertísimo de maíz.
arquitectónicamente el lugar carece del encanto de dehang o fenghuang, pero compensa ampliamente con la paz circundante y el ambiente hogareño de nuestro hospedaje. yo me enfermé bastante, pagué caro la humedad profunda y mohosa de fenghuang y dehang, un concierto de estornudos, mocos y tos, así que me pasé el día siguiente sin ir muy lejos de la casa, más bien en la cocina con la señora, tomando té de jengibre y mirándola frotar la grasa y el hollín pegoteados en los pedazos de cerdo ahumado que bajó del ático, acomodando la leña en la cocina y cocinando otra vez mil y un platitos diferentes. parece que en china debe haber al menos un plato diferente por cada comensal, luego se ponen todos en el medio y se comparten, "pinchando" directamente con los palitos desde la fuente. a su vez, cada uno tiene un bol pequeñito que va lleno de arroz y sirve de "trampolín" entre la fuente y la boca.
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jonathan y el chino hablan por horas, a mí me cuesta seguir la charla entre tantos mocos, el chino además nos hace de traductor con la familia que se suma a la cena con nosotros, excepto la muchachita que se va a ver la tele. los adolescentes son así en la china también.
el tercer día emprendemos la partida, ya que es cuesta abajo resolvemos bajar por donde vino el chino (perdón, me dijo su nombre pero no lo registré. negación quizás) y ahorrarnos pasar por tashi. antes de irnos me agarré una diarrea espantosa que me obligó a pasar de largo el desayuno. o sea que la bajada era en ayunas, con diarrea y resfriada bajo un calor insoportable y con 20 kg en la espalda: un estado deplorable. fue una prueba horrenda, no podía respirar con la puta alergia, los mocos colgando, la mochila y unas escaleras irregulares de piedra interminables bajo el sol aniquilante del mediodía. en un momento me quedé atrás, medio me perdí entre unas casas, me ladraban unos perros, me resbalé y luego no me podía levantar con la mochila. lloré, lloré adivinando los escalones ente mocos y lágrimas, las piernas temblando, empapada de sudor y dolor. al final logré llegar abajo de todo, jonathan me esperaba con una sprite fría, obvio que hoy las piernas me duelen montón, supongo que de todo se aprende, algún día lo recordaré como una proeza, o como una estupidez.
1 aportes al desconcierto general.:
Algún día vas a decir "esa parte del viaje fue un chino..."
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