miércoles, julio 21, 2010

pasión de multitudes


feng huang era tal como lo imaginábamos: un montón de casitas tradicionales enroscadas en encantador laberinto, un río, muchos puestos de porquerías típicas para turistas y una cantidad obscena de turistas chinos.
curiosamente casi no hay turistas no chinos. es más, en un lugar no nos quisieron alojar porque no éramos chinos. la barrera comunicacional se hace sentir. por suerte, wang y su amigo aún andan en cercanías y con su ayuda conseguimos un lugar bueno, bonito y barato, salimos a caminar.
hay caramelos de miel y jengibre riquísimos, kiwis confitados, carnes ahumadas (especialmente cabezas de cerdo enteras, aplanadas y ahumadas cual horrendas máscaras comestibles), restaurantes con jaulas con todos los bichos vivos a modo de menú en la puerta, y cuando digo todos incluyo peces, víboras, patos, pollos, faisanes, algo que me pareció un topo, chanchitos de guinea, conejos, algo que parecía un zorrito y hasta un gato, horrible, y otros restaurantes o más bien parrillass callejera, donde uno elige lo que quiere tirar en la parrilla entre pescado, calamares, cerdo, pollo, salchichas, lechón ahumado (en este caso ya está todo muerto y sazonado) y también montón de vegetales, hongos varios, berenjenas, bambú, chauchas, hojas verdes, tofu y otro montón de cosas que no sé cómo se llaman. hay además artículos de propaganda comunista, peines de asta, pilcha, sombreros y, elemental, baratijas chinas.
sin embargo, a pesar de la parafernalia turística, es innegable el encanto de los techos negros de tejas curvándose hacia arriba en grácil desafío a la gravedad, las puertas de madera oscura flanqueada por carteles de buen augurio, las lámparas redondas y rojas como cerezas gigantes flotando en todas los portales, las callecitas angostas e intrincadas tapizadas de piedra, el puente iluminado recortándose sobre el río azulverdoso dismulado apenas tras un velo de niebla y unas góndolas símil venecianas para completar la postal romántica. pero cuando tan delicioso entorno está inundado por un hormiguero de turistas chinos, bueh, es otro tema.
resuelvo poner el despertador temprano, dar un paseo a esas horas cuando todo aún duerme, tener la ciudad para mí sola un rato. ilusa! 6.30 am suena el coso, 7 am pongo un pie en la calle, a 20 metros nomás me llegan ya las instrucciones en chino de la guía turística, ya están todos los contingentes en la calle, las góndolas llenas de turistas, los puentes atestados de chinos sacándose fotos con ropas típicas, no, no quiero una foto para mí, no, gracias, pero silencio, un poco de silencio, no sabe dónde puedo conseguir?

1 aportes al desconcierto general.:

Anónimo | 31 julio, 2010 16:20

Un cochino gramo de silencio. Nohaymasté...