jueves, julio 29, 2010

catarsis

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china me da alergia. una vez más ataca de nuevo la vieja rinitis alérgica que tanto me supo torturar y que pensaba felizmente olvidada. estoy enferma y desde hace varios días, la nariz como una catarata de agua mocosa, dolor de garganta, de estómago, de cuerpo. siento que el cuerpo me está reclamando y mucho, hay algo que no estoy haciendo bien, no consigo ordenar mi alimentación y nos estamos moviendo todo el tiempo, uno o dos días en cada lado, y como las distancias son gigantes, cada movimiento son otros dos días en la ruta, durmiendo en el tren, o en un bote o en una ciudad cualquiera en el medio de la nada.
siento que china está está empujando todos mis límites, de tolerancia, de paciencia, físicos, mentales.
ellos son un asco con su escupir constante, sucios, tiran todo en cualquier lado, son ruidosos, gritan mucho, hacen ruido al comer, desagradables. por suerte no huelen mal, eso sería el acabose, pero viajar con ellos escuchándolos escupir y comer y gritar y tirando todo al piso hay días que me resulta imbancable. hay que verlos en un restaurant, terminan sentados en medio de un tendal de botellas, servilletas, platitos y desperdicios derramados entre la mesa y el piso, como un nido de mugre. por otro lado, sin embargo, suelen ser súper amables, especialmente si hablan inglés, se preocupan, te indican, te acompañan.
además está el clima, hay una humedad que hace que buenos aires parezca el desierto de gobi (responsable número uno de mi estado alérgico-gripal) y un calor sencillamente aplastante, de esos que aún sentado en la vereda a las 12 de la noche te hacen transpirar como en un sauna. todo se vuelve irremediablemente lento, cansino, pegajoso.
después está el tema del lenguaje, barrera casi infranqueable en todo momento. vamos aferrados a un libro de frases en chino cual biblia, además de un cuadernito lleno de palotes chinos donde vamos anotando cosas: estación de tren, fideos, hotel, pollo, a qué hora sale el bus. es más fácil mostrarles el papel escrito que intentar pronunciar en chino, resultamos ininteligibles el 99% de las veces. a la hora de comer se nos complica grandemente, vamos buscando menúes con fotos o nos resignamos a comer cualquier cosa que nos traigan, y considerando que comen patas de pato, nariz de chancho, intestinos, rabo, lengua y un montón de cosas que no quisiera ver cerca de mi plato, hay que ser cuidadoso en la elección. por suerte, de a poco nos vamos familiarizando con algunos símbolos, ya podemos distinguir los que significan verduras, tofu, carne, arroz e intestinos de cerdo, que no es poco.
la paciencia es otro tema, esto de que para ir de un lugar a otro hay que tomar cuatro buses y dos trenes, y entre medio moverse de una terminal de bus a la otra y de ahí a la de tren en buses locales me está resultando agotador. por ejemplo, salimos de yumuzhai para ir a langzhong, de yumuzhai vamos a wanzhou pero a la estación de buses sur, de ahí tenemos que ir a la del norte, de la del norte salen buses sólo a las 10 pm, vamos a probar con el tren, para la terminal de tren tenemos que tomar dos buses locales, el tren salía a las 11.30 am o a las 8 pm pero llegando a las 2 am, así que mejor tomar el de las 11 y pasar la noche en wanzhou, ahora hay que buscar un hotel. el tren tampoco nos llevará a donde vamos sino a otro lado, donde llegaremos a las 4.30 pm y luego debemos tomar un bus, obviamente que habrá que ir de la terminal de tren a la de bus ahí también, y luego del bus de larga distancia, llegar a las 9 de la noche para buscar el bus urbano que nos lleve al centro y encontrar un hotel, y cada vez es un desgaste intenso de papelitos e incomprensión.
qué si me gusta la china? me encanta. pero me hacía falta la descarga.

miércoles, julio 28, 2010

sube y baja

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de pedo nos enteramos que teníamos que bajar del barco, habíamos llegado a wanzhou.
en la terminal de ferries mientras averiguamos como ir a moudao para poder llegar a yumuzhai, un pueblo perdido en medio de la montaña, nos cruzamos con un tipo chino que hablaba un poco de inglés. él estaba de turista también, recogió las indicaciones y nos acompañó hasta la parada del bus, él también tenía que tomar uno ahí. subimos a nuestro bus con rumbo a la terminal sur, almorzamos por ahí, sacamos el boleto a moudao, de pronto se aparece el chino diciendo que nos estaba buscando, que se venía con nosotros.
sin dudas está bueno ir con un local que te hace de intérprete, pero había algo ahí, no sé qué, como que no me caía bien. no escupía por suerte, aunque sí hacía ruido al comer, después de todo era chino también. antes de llegar a moudao alguien le dijo que podía bajar del bondi y escalar hasta yumuzhai por la montaña, lo miré a jonathan con cara de "ni en pedo, andá vos si querés", nos quedamos en el bus y el chino se bajó. nosotros seguimos hasta donde debíamos, en tres minutos estábamos rodeados por un montón de chinos que nos miraban como si hubiéramos estacionado la nave espacial segundos antes, tenemos que tomar otro bus a tashi y ahí vemos. una hora más en otro bus, hay un chico que habla un poco de inglés, son muy tiernos éstos que hablan un poco, porque se mueren por practicar pero les tiembla la voz al hablar. resulta que en el bus va una chica que tiene un hotel en yumuzhai, sólo tenemos que seguirla. para cuando llegamos a tashi ya estamos arriba de todo de la montaña y el camino hasta yumuzhai es bella, levemente ondulado y verde. el cielo es verdaderamente azul acá o hace muchos días venimos de gris en gris, caminamos una horita quizá con las mochilas encima siguiendo a la muchachita en silencio hasta el portal de piedra que custodia la entrada a yumuzhai. el camino zigzaguea entre arrozales y maizales, tras un rato más de marcha llegamos a la casa, el chino escalador está sentado en la puerta, éste es el único hotel del caserío.
la señora es un encanto, la habitación confortable y barata, la cena está lista con una profusión de platos coloridos. todo es saltado en grasa, el colesterol es una noción desconocida. hay panceta ahumada saltada con vegetales, hojas verdes, chauchas de dos clases, pollo con vegetales, puchero de gallina, papas saltadas, maníes fritos, algo que es como grasa de cerdo hecha milanesa y obviamente arroz, además de un aguardiente fuertísimo de maíz.
arquitectónicamente el lugar carece del encanto de dehang o fenghuang, pero compensa ampliamente con la paz circundante y el ambiente hogareño de nuestro hospedaje. yo me enfermé bastante, pagué caro la humedad profunda y mohosa de fenghuang y dehang, un concierto de estornudos, mocos y tos, así que me pasé el día siguiente sin ir muy lejos de la casa, más bien en la cocina con la señora, tomando té de jengibre y mirándola frotar la grasa y el hollín pegoteados en los pedazos de cerdo ahumado que bajó del ático, acomodando la leña en la cocina y cocinando otra vez mil y un platitos diferentes. parece que en china debe haber al menos un plato diferente por cada comensal, luego se ponen todos en el medio y se comparten, "pinchando" directamente con los palitos desde la fuente. a su vez, cada uno tiene un bol pequeñito que va lleno de arroz y sirve de "trampolín" entre la fuente y la boca.
jonathan y el chino hablan por horas, a mí me cuesta seguir la charla entre tantos mocos, el chino además nos hace de traductor con la familia que se suma a la cena con nosotros, excepto la muchachita que se va a ver la tele. los adolescentes son así en la china también.
el tercer día emprendemos la partida, ya que es cuesta abajo resolvemos bajar por donde vino el chino (perdón, me dijo su nombre pero no lo registré. negación quizás) y ahorrarnos pasar por tashi. antes de irnos me agarré una diarrea espantosa que me obligó a pasar de largo el desayuno. o sea que la bajada era en ayunas, con diarrea y resfriada bajo un calor insoportable y con 20 kg en la espalda: un estado deplorable. fue una prueba horrenda, no podía respirar con la puta alergia, los mocos colgando, la mochila y unas escaleras irregulares de piedra interminables bajo el sol aniquilante del mediodía. en un momento me quedé atrás, medio me perdí entre unas casas, me ladraban unos perros, me resbalé y luego no me podía levantar con la mochila. lloré, lloré adivinando los escalones ente mocos y lágrimas, las piernas temblando, empapada de sudor y dolor. al final logré llegar abajo de todo, jonathan me esperaba con una sprite fría, obvio que hoy las piernas me duelen montón, supongo que de todo se aprende, algún día lo recordaré como una proeza, o como una estupidez.

lunes, julio 26, 2010

navegante

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de dehang nos vamos para yichang. descartamos chongquing, primero porque es una ciudad enorme en la que parece que no hay nada para ver, segundo porque dicen que es un horno. yo igual quisiera ver las 3 gargantas y navegar por el yangzhi, el segundo más largo sistema navegable del mundo, parece que podemos hacerlo desde yichang hasta wanzhou, son 16 horas de barco. sino podemos, ahí tenemos tren para xian o para algún lugar cerca de langzhong, donde sea que queramos ir.
nuestro tren sale a las 3 menos veinte de la madrugada, no es el mejor pero sino llegaríamos a la noche lo cual es aún peor.
el lugar para esperar es horrible y sucio, y el tren también, hace un calor insoportable, dormimos nada. llegamos a yichang a la mañana, llueve mucho, supuestamente a 100 mts pasa un bus que nos lleva a la terminal de ferries, dudamos si tomarlo, dudamos si tomar el ferry con este clima, quizá no vale la pena subirse a un bote para ver el panorama is no podemos salir de adentro de los camarotes. la lluvia para, vamos a buscar el bus, uno dice una cosa, otro dice otra, todos dicen no, vagamos con las mochilas, es una complicación subir a preguntar a los buses con todos los bártulos papelito en mano, ellos nomás dicen no con la mano y la cabeza, no no, esperamos, pasa uno, otro, no sabemos a quien preguntar, al final tomamos un taxi, 40 yenes que es una noche de hotel o una muy buena cena o quizás ambas cosas, no hace falta que diga que estoy recaliente, obvio que todos los buses que nos habían dicho que no sí pasaban por acá, los muy putos. yo no es que insista con los bondis por capricho, pero 40 yenes es un lujo que no me puedo dar, 20 cada uno cuando podríamos pagar 1, mi presupuesto es de 65 por día, no puedo destinar un tercio a un taxi que podría reemplazar por un bus. ya sé que es una cagada esperar con la mochila, tras una noche de mal dormir, que nadie te dé pelota, no saber donde ir, ni cómo, pero es parte de viajar.
llegamos a terminal de ferries, ya sabemos que el tren a xian sale a las 6 pm, tenemos 6 horas para decidir, el ferry sale a las 4.30, a mí de verdad que me hace ilusión navegar, jonathan luego quiere ir a un lugar llamado yumuzhai y el barco nos dejaría bastante cerca, compramos los pasajes, cuarta clase.
a las 4.20 en vez de barco nos subimos un bus, una hora pasa y nos empezamos a preguntar si de verdad vamos a ir en bote o en bus, quizás compramos pasaje en bus, al final sí vamos al bote, nos toca un camarote muy cerca del motor con 6 camas, nos vamos a la cubierta, hablamos nada, tomamos té, miramos nomás el paisaje flotar a los lados y la basura arremolinarse en la superficie del agua, el río es una hondonada profunda entre paredes de roca. me gusta mucho navegar, he descubierto, especialmente tras el viaje de ching khong a luang prabang. es como moverse sin moverse, como deslizarse en un tiempo líquido, como viajar en una coordenada diferente donde el tiempo va más lento.
apenas oscurece cuando decidimos comer nuestros fideos deshidratados, vamos a la cubierta más alta, no hay casi nadie excepto la luna llena.

viernes, julio 23, 2010

río de agua viva

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de fenghuang tres buses mediante seguimos a dehang, y diría que es exactamente lo que vinimos a buscar, si es que veníamos a buscar algo.
es turístico, sí, pero lo suficientemente pequeño como para que no se note: un puñado de casas de madera y piedra apiñadas a los lados del río en una especie de cañadón verde, sin luces de neón ni calles. hay algunos hoteles, nada ostentosos, dos o tres restaurantes (en los mismos hoteles) y algunos negocios de artesanías. hay muchos hombres tejiendo canastos de bambú y muchos patos.
nuestro hotel está pegado al puente de piedra, debajo de él todo sucede: hay gente lavándose los dientes, enjuagando vegetales, nenes bañandose, mujeres lavando ropa, otros desplumando un pato, muchos otros patos vivos nadando, y humanos también. toman el agua y tiran la mugre todo en el mismo lugar, la vida pasa por el río, si además tirasen las cenizas de los muertos, creería que estamos en india.
hacemos unas caminatas a lo largo del río, una de ellas termina en una catarata impresionante, un salto de agua desde un risco altísimo, el más alto de la china, 213 metros o algo así, el agua no es mucha pero basta para llenar una laguna verde a sus pies. llegamos al mediodía, ahora sí se notan los turistas, están todos acá, sentaditos en el borde, parece que mucho no les gusta nadar. nos damos la vuelta a la pileta, del otro lado hay menos gente, dejamos las cosas, nadamos hasta que no queda nadie.

miércoles, julio 21, 2010

pasión de multitudes

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feng huang era tal como lo imaginábamos: un montón de casitas tradicionales enroscadas en encantador laberinto, un río, muchos puestos de porquerías típicas para turistas y una cantidad obscena de turistas chinos.
curiosamente casi no hay turistas no chinos. es más, en un lugar no nos quisieron alojar porque no éramos chinos. la barrera comunicacional se hace sentir. por suerte, wang y su amigo aún andan en cercanías y con su ayuda conseguimos un lugar bueno, bonito y barato, salimos a caminar.
hay caramelos de miel y jengibre riquísimos, kiwis confitados, carnes ahumadas (especialmente cabezas de cerdo enteras, aplanadas y ahumadas cual horrendas máscaras comestibles), restaurantes con jaulas con todos los bichos vivos a modo de menú en la puerta, y cuando digo todos incluyo peces, víboras, patos, pollos, faisanes, algo que me pareció un topo, chanchitos de guinea, conejos, algo que parecía un zorrito y hasta un gato, horrible, y otros restaurantes o más bien parrillass callejera, donde uno elige lo que quiere tirar en la parrilla entre pescado, calamares, cerdo, pollo, salchichas, lechón ahumado (en este caso ya está todo muerto y sazonado) y también montón de vegetales, hongos varios, berenjenas, bambú, chauchas, hojas verdes, tofu y otro montón de cosas que no sé cómo se llaman. hay además artículos de propaganda comunista, peines de asta, pilcha, sombreros y, elemental, baratijas chinas.
sin embargo, a pesar de la parafernalia turística, es innegable el encanto de los techos negros de tejas curvándose hacia arriba en grácil desafío a la gravedad, las puertas de madera oscura flanqueada por carteles de buen augurio, las lámparas redondas y rojas como cerezas gigantes flotando en todas los portales, las callecitas angostas e intrincadas tapizadas de piedra, el puente iluminado recortándose sobre el río azulverdoso dismulado apenas tras un velo de niebla y unas góndolas símil venecianas para completar la postal romántica. pero cuando tan delicioso entorno está inundado por un hormiguero de turistas chinos, bueh, es otro tema.
resuelvo poner el despertador temprano, dar un paseo a esas horas cuando todo aún duerme, tener la ciudad para mí sola un rato. ilusa! 6.30 am suena el coso, 7 am pongo un pie en la calle, a 20 metros nomás me llegan ya las instrucciones en chino de la guía turística, ya están todos los contingentes en la calle, las góndolas llenas de turistas, los puentes atestados de chinos sacándose fotos con ropas típicas, no, no quiero una foto para mí, no, gracias, pero silencio, un poco de silencio, no sabe dónde puedo conseguir?

martes, julio 20, 2010

lost in translation

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cad vez que queremos ir de un lugar a otro, sabemos que nos esperan unas cuantas combinaciones.
de del verde arrocero de ping'an queremos ir a feng huang, bastante más grande y más turístico, pero promete techitos terminados hacia arriba y callecitas antiguas. salimos de ping'an no muy temprano, el bus sale a la una recién, calmadamente, bajo una garúa fina, bajamos la cuesta que tanto costó subir con las mochilas hasta el estacionamiento, el punto donde pueden llegar los autos, y justamente donde se toman los buses. pareciera que es mucho más simple bajar que subir, y sin dudas es así para nuestra capacidad aérobica, pero las patitas dolerán mañana, lo sé.
a la una tomamos el bus a no sabemos muy bien donde, pero donde podemos tomar otro bus para ir a otra ciudad donde podremos tomar otro bus para llegar a algún lado.
la primera combineta nos sale joya, las gentes nos ayudan, el mismo chofer nos indica cual es el próximo bus a tomar. dos horas después de subir bajamos de uno, subimos al otro, tres horas más hasta una nueva terminal de nombre desconocido. van en este bus y bajan en esta terminal dos muchachitos chinos con mochilas, más viajeros que turistas, uno de ellos habla inglés, resulta que ellos también van a fenghuang. ya son las 5 pm, todos compramos boletos para el mismo lugar, que nosotros creemos que es feng huang, pero parece que no.
once pm estamos en una terminal que más bien parece un estacionamiento desolado, hay dos o tres taxistas que nos miran con colmillos afilados a la voz de "lo wai" o algo así que quiere decir gringo. es gracioso encontrar en cada lenguaje un apelativo diferente para lo mismo, que es a su vez distinto en cada lugar. la ciudad es nada parecido a lo que pensamos que sería: hay edificios cuadrados y horrpilantes por doquier. hay un río y otro también en nuestro mapa, pero nada que parezca similar, nada que pueda ser tomado como referencia. nuestros nuevos amigos piden instrucciones, hay unos hoteles cruzando el puente, muchas opciones no tenemos, bastante suerte nos ha tocado de tener cómplices chinos en este tramo.
apenas pasado el puente hay una esquina iluminada, un par de restaurantes mugrientos con mesas en la calle y otros tantos puestos, algunos taxis, motos, fauna nocturna. wang, así se llama nuestro intérprete, hace las averiguaciones del caso, encontramos un hotel que nos queda caro, nos mandan a otro, pegadito nomás, la entrada es a través de unos de los restaurantes de mala muerte que habíamos visto desde el puente, comprobamos que no sólo era la pinta, subimos una escalera tan herrumbrosa y sucia que tememos ver lo que nos espera, el cuarto es un asco sin dudas, compite seriamente el primer puesto entre los peores en los que he estado. es una noche nomás, mañana será otro día, no es posible ponerse en exquisito a estas horas, jonathan me dice que si no quiero vomitar me abstenga de usar el baño, aunque son las 12 y estamos fundidos salimos a caminar un rato porque el ambiente es de verdad deprimente, caminamos 6 ó 7 cuadras por la avenida, hay cabarulos y lugares de juego, a los chinos les encanta apostar. estamos como en una especie de mini constitución aunque menos encimado, y aunque sórdido, el paisaje no es amenzante. compramos unos helados de palito y nos sentamos a tomar el fresco de la noche en la vereda antes de encerrarnos en el cuarto.
amanecemos espabilados por los ruidos de la avenida, nuestros amigos en la habitación de al lado ya han hecho la inteligencia pertinente, resulta que esto no es feng huang, tenemos que tomar un bus urbano para ir a otra terminal de buses, y ahí, recién ahí tomar un bus a feng huang, unas 3 ó 4 horas más.
en la espera, wang toca la armónica, me habla de música y poesía, me nombra a piazzolla y a borges, me dice con cierta vergüenza que nunca se olvidará de nosostros, somos los primeros extranjeros con lo que ha hablado en su vida. que sería de nosotros sin ellos, me pregunto, todavía estaríamos en el estacionamiento de la noche anterior.

lunes, julio 19, 2010

en un bosque de la china

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si estábamos buscando algo así como la china rural, creo que acá la encontramos. estamos en ping'an, en los minority rice fields. terrazas y terrazas de arroz dibujando curvas imposibles, delineando los vaivenes de las laderas. escalones de flecos verdes que danzan en el viento hasta donde llega la vista, ondulaciones infinitas de bambú y arroz. venir hasta acá justifica venir a china, sencillamente. es increíble.
ayer decidimos ir a dazhai, que queda a 3, ó 4, ó 5 horas de caminata. en el camino, como a unos 40 minutos de caminata por valle amplio, llegamos a un puentecito techado custodiado por dos señoras de la etnia yao, famosas por no cortarse el pelo. tienen el pelo largo, más largo que ellas mismas. se lo enroscan alrededor de la cabeza que terminan con una especie de rodete en la frente.
pues las dos encantadoras señoras están sentadas ahí y nos invitan a sentarnos. dudamos, nada es gratis en este mundo, pero al final nos sentamos. nos preguntan donde vamos, decimos que a dazhai. oh, mama goes to dazhai, dice una de ellas, we go together. ay, para qué. emprendemos la caminata otra vez flanqueados por ambas, una delante y otra detrás. decimos no, no, we go alone, pero no hay caso. dicen que hay muchos caminos para dazhai y que ellas van para ahí, bla. yo estoy recaliente, me siento rehén. odio, odio profundamente que me digan que hacer y mucho más que me fuercen a hacer algo que no quiero. ellas ofrecen su servicio y me parece perfecto, pero si decimos no, es no. no hace falta ir con guía, no quiero ir escuchándolas hablar a los gritos, ni pagar comisión por ir con ellas. no y no, voy ofuscadísima. jonathan se ríe, me dice que que me lo tome con calma. yo sé que tiene razón pero igual. seguimos la caminata, un sendero de piedra ondulando entre arrozales y colinas. subidas y bajadas, cursos de agua, está nublado pero se nota que es mediodía. de pronto la vista se abre en un nuevo valle, el camino de piedras se pierde entre un montón de casas enormes de madera y techos de tejas de un arcilla negruzca. zhongliù, nos dicen, mifa mifa (o algo así que quiere decir comida), sí nos vendría bien parar. el pueblo es un laberinto de pasadizos entre casas de madera, todo huele a pino, las casas son gigantes con dos o tres pisos y muchas ventanas pero por dentro se ven vacías. no hay nada como un restaurant, nomás como almacenes, en unos piden 20 yenes por cabeza, una de las mujeres nos dice que podemos conseguir más barato más arriba, la seguimos, paramos en una casa, hay un hombre arrugado fumando un cigarrillo rolado con un papel con inscripciones chinas, elemental, en un salón enorme y desierto, apenas unas banquetitas mínimas de madera y una mesa baja. tres puertas apuntan al salón, más una escalera hacia el piso superior. apenas tras una angostura del espacio asoma la cocina, negra de humo y grasa, un fogón en el piso, un par de ollas ennegrecidas de humo, un tacho con agua y una tele donde pasan telenovelas chinas. una de las dos dice que ésta es su casa, hacen fuego y se ponen a cocinar en un wok varios vegetales, grasa de cerdo, huevos, obviamente el arroz ya está listo, nos presentan tres platos distintos de vegetales, arroz aglutinado envuelto en hojas de chala, como humitas y arroz blanco. para coronar, carne (o más bien grasa) de cerdo frita y una especie de vino de arroz fermentado. el vino desafía el asco de jonathan: le tocó con bichos y la verdad es que tiene un aspecto horrendo, pero no está mal. la comida está riquísima, o tenemos mucho hambre. retiro todo mi enojo, toda mi bronca, todo lo dicho, esto es mejor que cualquier restaurante, están cocinando para nosotros ahí mismo y nos dejan ser parte de la intimidad de su casa, de su vida.
el reloj acusa casi las 4 pm, nos dicen que dazhai está todavía a 3 horas de caminata, afuera amenaza lluvia, yo tengo más ganas de quedarme ahí que otra cosa, nos preguntan si nos queremos ir o quedarnos, es gracioso como uno se puede entender por señas, dormir, dicen, juntan las manitos y tuercen la cabeza, usándolas como almohadas. las 4 más 3 horas de caminata con lluvia, me pa que nos quedamos, sí, nos quedamos, en seguida ponen manos a la obra para habilitarnos un cuarto, una barre, la otra trae mantas limpias.
jonathan le ofrece un cigarro al tipo, él agradece y luego estira uno de sus cigarros, un cucurucho de un papel ordinario y grueso, es un hecho, nos quedamos.
en el camino habíamos pasado una catarata chiquita, había unos nenes nadando, vamos hasta ahí, se larga a llover un poco, igual seguimos, todo cuesta abajo otra vez. jonathan se mete sin dudarlo, el agua está fría y aún gotea, yo lo pienso porque no tengo otra ropa ni toalla ni nada, y siempre es lo mismo para las mujeres en estos lugares, hay que tener cuidado de no ofender la moral local. aparecen tres nenes locales, se meten en el agua, uf, con este público sí que no me meto, o sea, me tengo que poner en ropa interior y no da. al final para de llover, los enanos se pierden y yo me decido, está fría pero hermosa, cinco minutos nomás pero viene bien porque hoy no habrá ducha. piel de gallina que me dura un rato largo largo, espero que no me pase lo de luang prabang, otra vez empieza a gotear, volvamos a la casa que me pongo el rompeviento, lo único que traje, ya están preparando la cena, nos sentamos cerca del fuego y todo empieza otra vez. el menú es casi idéntico, esta vez se sientan junto con nosotros a cenar. en un balde, un ruido, hay un pescado revolviéndose apretado en su prisión líquida, dice que lo cocinarán mañana.
a las 9 ya estamos para irnos a dormir excepto que me agarra un ataque de alergia, entre el polvo y la humedad. hace tiempo que no tengo alergia, estornudo tras estornudo, no sé que le pasa a mi cuerpo últimamente que se quiere hacer notar. se escucha el revoloteo acuoso del pescado a pesar del concierto de achís, jonathan trata de enseñarme como pronunciar pescado en francés, poison que no es lo mismo que poisson, veneno. las sutilezas del acento me vencen, jonathan se ríe, yo también, tanto que ya no puedo pronunciar más.
me desperté como a las 5 y algo con un dolor extraño, una compresión violenta en la caja torácica, frente, espalda y perfil, mezcla de la cama dura, la humedad y haber trepado anteyer con 15 kg en la espalda. me asomo a ver si habrá algo así como amanecer, está nubladísimo, vuelvo a la cama, no encuentro posición, me duele por todos los flancos. me levanto para ir al baño, una letrina horripilante en el piso de abajo de la casa vecina, pegado al establo; cada casa tiene el suyo, mezcla de establo, depósito, leñera y basurero. vuelvo a la cama, no hay caso, me levanto otra vez, no son las 8 aún, nuestra anfritiona está cortando hojas de taro, creo que las usan para dar de comer a los animales, me muestra sus dedos derretidos por un accidente eléctrico con la arrocera, elemento indispensable en todas las casas asiáticas que visité.
vuelvo al cuarto, jonathan duerme o algo así, me tienta, duermo un rato más. al final nos levantamos tipo 8, ya está todo en marcha, otra vez la misma comida para el desayuno, todo frito en grasa, dos días así y tengo que mandar mi hígado de vuelta a casa, me siento pésimo, casi no como nada. la otra señora está también presente, hacemos los honores, es hora de pagar, hablamos entre nosotros en inglés y nos pescan al vuelo, vamos a tener que empezar a hablar en francés en situaciones como éstas, 150 yenes igual era lo que habíamos pensado, por tres comidas y alojamiento para los dos, no está mal, nos sacamos fotos con ellas, harmoso.
estoy ondeando bandera blanca con la idea de ir a dazhai, 3 horas de caminata que serán 5, nos vamos a tener que quedar a dormir ahí antes de volver a pign'an donde dejamos las mochilas, me quedé sin pilas en la cámara otra vez, otra vez amenaza lluvia y no tenemos pilcha, y yo de verdad que me siento pésimo. jonathan que es un amor a la enésima va a comprar agua y me trae un chocolate, evaluamos las posibilidades, decidimos emprender la vuelta.
como a las 10 salimos, nuestra anfitriona se enrosca el pelo, se pone las ropas típicas y nos sigue, camina detrás nuestro mientras nos alejamos del pueblo hasta que nos cruzamos con otro grupo de turistas, y ahí nomás se les pone a charlar, go dazhai? mama goes dazhai, zhongliù mifa mifa, se da la vuelta nomás, encabezando el grupo de gringos van marchando de regreso a su pueblo.

domingo, julio 18, 2010

montañas, turistas y luces de neón

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el tren me deposita en guilin dos horas más tarde de lo previsto, y jonathan me está esperando, paradito sobre un montículo escudriñando la manada de gente que sale de la estación, el pelo atado como siempre, la mochila lista al lado. nos damos un abrazo mientras aún tengo la mochila puesta y otro sin la mochila. es rara la primera impresión, sin dudas, hay que reconocerse en el sentido más literal de la palabra. cruzamos dos palabras acerca del viaje en tren, del mío y del suyo la noche anterior, compartimos un beedie, los mismos que yo le mandé desde calcuta a francia tres meses atrás, y decidimos seguir viaje a yangshuo.
bueno, él lo propone y yo estoy tan libre como hoja en el viento y tengo casi tanta idea de la china como mi verdulera de buenos aires, así que escucho y obedezco.
el bus sale de ahí mismo, es tan loco volvernos a ver después de tanto tiempo y así como si nada, hola que tal, seguimos de viaje como si nos hubiéramos visto ayer, como si no hubieran pasado 7 meses en el medio, las dos horas de viaje se nos pasan volando.
el paisaje de yangshuo es idéntico a vang vieng, las mismas montañas excepto que acá el río no es marrón sino transparente azulverdoso y que hay una cantidad asquerosa de restaurantes, hoteles, regalerías y luces de neón. no hay ciudad chica en china, parece, todo es grande, enorme, colorido, como una sobredosis western, como una exageración abusiva. es como florida en hora pico pero con turistas, especialmente chinos. parece que son las vacaciones.
al día siguiente ponemos el despertador a las 8, arrancamos a las 9 pasadas, tipo 10 alquilamos bicis y salimos río arriba vamos pedaleando por un senderito arbolado de sombra que casi todo el tiempo bordea el río, encantador. hace calor, mucho, ya sabemos que es así, transpiramos, paramos a sacar fotos.
llegamos a una especie de dead end cerca del río, no hay modo de avanzar con las bicis, debemos dar la vuelta. agarramos para el otro lado, pasamos por un pueblo, hay gente trabajando en los campos. los pueblos son de cemento, es curioso como uno espera que los pueblos, los villages sean de determinado modo, en laos las casas eran de bambu y madera, en india de adobe con techo de paja, en china son de cemento. jonathan me dice que quizás sea esta la china rural, y que nosotros estamos esperando encontrar un ideal romantico de village que ya no existe. temo que tiene razón.

viajar en tren

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el tren corre silencioso, voy de kunming a guilin, 18 horas de viaje. todo es primoroso aquí, aún en la clase más barata llamada literalmente "asientos duros".
hay aire acondicionado, doble cortina de tela en la ventanas, los asientos llevan fundas de jackard y una sobrefunda a la altura de la cabeza bordada. hay música funcional también, clásica ahora: están pasando danubio azul.
hay un empleado del tren por vagón y un dispenser de agua caliente para el té. pasa un señor con una pava gigante ofreciendo agua caliente, todos alargan sus termitos. pasan también dos carritos ofreciendo comida y bebidas, es lo más cercano a los vendedores ambulantes que veré. el verde se cuela por la ventana sin pedir permiso, colinas y colinitas, el aire tiene una diafanía inesperada. todos todos todos los campos están sembrados. no queda un milímetro cuadrado sin plantar. cruzamos varios puentes, intermitentemente detrás de las colinas asoma un largo enorme. es una represa hidroeléctrica, ahí se ven las chimeneas humeando al final del lago.
ya es de noche, los asientos son lindos pero incómodos, todavía quedan 14 horas de viaje. los chinos son ruidosos, mucho. gritan, escupen por todos lados y comen de un modo horrible, ruidoso, con la boca abierta, sorbiendo la comida, lo que sea, fideos, arroz, sopa. soy la única turista en el tren pero no existen aquí las miradas punzantes de los trenes indios.
en 14 horas me voy a encontrar con jonathan después de 7 meses. pienso cómo será viajar con él en estos trenes, en estos escenarios, después de los de la india. estoy agotada y aún así no me duermo.



n de la r, o sea, p: estoy pudiendo postear en blogger pero no cambiar la plantilla, así que el clima y el mapa seguirán indicando laos.
picasa no anda para subir las fotos, pero flickr sí, aunque es más complicado. si quieren ver las pocas que subí, click acá..

lunes, julio 12, 2010

internet prestada, walmart y la realidad paralela

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8 y media de la mañana, estoy en la estación de buses de kunming. no tengo ni la menor dea de donde ir, me viene bien hacer tiempo a ver si me responde algún couch surfer. en pantalla gigante están pasando una película épica, quizás sea el tigre y el dragón, la terminal es muy moderna. la música está muy fuerte y me atormenta un poco.
salgo a buscar internet. cruzo a un centro comercial enorme que se parece más a una galería del once que a un shopping, y con la pc abierta en mano y la mochila en la espalda, empiezo a caminar buscando wifi. encuentro señal, pero no anda. finalmente paro en un negocio con pc, donde la vendedora estaba chateando por msn. trato de hacerle enteder a la chica que busco internet, al final llaman a otra de otro local que habla un poco de inglés. le digo que preciso y me lleva a su local, 5 metros más adelante en la sucesión infinita de escaparates idénticos. se llama angela, tiene 25 años y la habían rebotado en su intento para ser profesora de inglés. no los culpo, hablaba bastante mal, pero mejor que yo chino sin dudas. me presta su pc, me habían confirmado un couch, excelente.
angela me da té, me muestra fotos, habla con mi host para que me dé indicaciones y me anota la dirección en mi libretita para mostrársela al chofer. me fui deseando que si alguna vez viaja, alguien haga lo mismo por ella.
cuarenta minutos en bondi, edificios, edificios, edificios. complejo habitacional tras complejo habitacional, prolijos monstruos de colorido cemento, autopistas, avenidas, motos, autos, bocinas, gente. me malacostumbré en laos al silencio, a la ausencia de autos y a las casas de madera.
todo es gigante y anónimo, correcto e impersonal. bajo donde el chofer me indica, llamo a mi host, jinpeng, a los dos minutos me viene a buscar, un amor. su casa es preciosa pero tiene la mugre de dos nerds solitarios. no me molesta, no la pienso limpiar (aunque quizas el desagüe del baño, odio nadar en una pileta de pelos ajenos).
debería ir a averiguar por el tren, no me queda claro cuan lejos es la estación, pero si queda cerca de la de buses iré mañana. jinpeng es simpático y entusiasta, se irá de viaje el lunes a tailandia si es que se decide a comprar el pasaje, no le entiendo todo lo que dice pero me cae bien.
la tarde se pasa entre charla, lavar ropa e internetear, confirmo que no anda facebook, lo cual mucho no me jode, pero blogger y picasa, eso sí que me complica. parece que con un proxy, que no sé ni que es, se puede zafar, tengo que revisarlo.
vamos al supermercado, este área parece muy cheta, hay un teatro gigante y un centro de convenciones, vamos a walmart. cuántas cosas raras! abuso de jinpeng como guía, cada dos pasos le pregunto: qué es esto?
las cosas son caras, mucho más de lo que pensaba, me da la impresión de que los precios son los mismos que en argentina, me veo mal con la guita.
en el camino de regreso pasamos por un parque, que es como un calco del paseito que hay junto a las vías en la primera cuadra de juan b justo en palermo, justo frente a la mezquita. hay muchas señoras bailando danzas típicas, es bonito verlas.
le pregunto a jinpeng que hace los sábados a la noche: usa la internet. bien.
con el pronóstico de noche corta, cocino unos vegetales que salen muy ricos, me encuentro en gtalk con jonathan, quien fue mi compañero de viaje por casi dos meses en india y lo será ahora en lo que queda de asia por vaya uno a saber cuánto tiempo, básicamente el que nos aguantemos mutuamente. él está en shanghai, definimos el punto de encuentro: ambos iremos a guilin, son 24 horas para él y 18 para mí en tren. de algún modo siento que hasta que no nos encontremos no habrá empezado este viaje, por ahora sigo en el limbo. él es quien ha hecho las averiguaciones previas y yo confío.
el domingo me levanto temprano, lavo más ropa, desayuno, escribo, chateo, llega el mediodía y también la tarde, como me cuesta arrancar. voy a comprar el pasaje, resulta que la estación de tren es acá nomás, voy en bus de puro ignorante pero vuelvo caminando. nuevamente voy con un machete escrito por mi host que dice para donde y cuando quiero el boleto. es como ser muda, voy mostrando el papel hasta que consigo el ticket. mañana lunes a las 18.22, arribo a guilin a la una menos cuarto. asiento duro, así se llama la clase de mi boleto. prometedor.
en el camino de regreso, entro por una calle paralela, un mundo parelelo. primero un callejón que se angosta, luego un mercado, luego un puente peatonal sobre las vías. como en los cuadros de sabina en la insoportable levedad del ser, ahí nomás, rascando un poco la superficie, emerge otra realidad. una realidad más parecida a la realidad, lejos del brillo de las luces de neón, de vecinos en la vereda jugando a las cartas, de mercados al aire libre, de perros feos y bicis desvencijadas. de cartoneros y gallinas, de edificios no tan prístinos, de paredes descascaradas, de miradas turbias, de rayuelas en el piso, de restaurantes pegajosos y de callejones sombríos.
cuanto me alegré de ver eso! fue como si comprobara que había vida en la luna. hay vida en kunming!

viernes, julio 09, 2010

de acá a la china

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estoy en china. el bus desde udomxai, mi último stop en laos esta mañana, zigzagueó una vez más entre montañas verdes y caseríos de bambú, hasta que de pronto, unos edificios enormes naranjas, amarillos y rosados irrumpieron en el bucólico paisaje, desubicadísmos.
ah, la cercanía al borde chino es indiscutible.
cruzamos el borde laosiano, una ventanilla polvorienta para recibir el sello final: un mes exacto en laos, todo lo que visa permitía. el edificio chino, un gigante con forma de pagoda y jardines ornamentales. subo la escalera, mochila al hombro, para pasar por migraciones. ante mí un salón blanco inamculado con brillantes pisos de porcelanato. ha llegado la hora, doy el paso triunfal con tanta suerte que se me engancha la ojota en el umbral mínimo y aterrizo de trompa en el suelo sin escalas. bueno, lo de triunfal te lo debo.
el tipo me hace bastantes preguntas, no creo que vean pasaportes argentinos muy seguido, me pregunta si tengo otra identificación, le doy la cédula, dice ok, me estampa el sello y adentro, voy rengueando con mi ojota rota y preocupada por este primer indicio.
volvemos a subir al bus hasta mengla, la ciudad más grande cerca del borde, la ruta está impecable, nada que ver con las laosianas que son un suplicio de piedra y barro.
no tengo idea donde iré luego, las distancias son infinitas y los pasajes, caros.
en la terminal trato de preguntar para donde hay buses, salen a llamar a un señor que tiene un kiosco-frutería-casa de cambio, que parece que es el único que habla inglés.
al final me decido por kunming, hay un bus a las 7, cuesta más de 8 veces mi presupuesto diario. si la tendencia sigue así, voy a estar jodida.
tengo que buscar un banco, camino con la mochila, por suerte acá no hace tanto calor, todo es tan colorido y western que me hace acordar a bangkok, pero acá ni siquiera hay puesto de comida callejeros. tres cajeros y la tarjeta no anda, esto no es buena señal, tendré que cambiar dólares con el amigo polirrubro.
es un señor muy simpático, me hace las preguntas de rigor, que de donde soy, de donde vengo, cuantos años tengo, si estoy casada, porqué no estoy casada a mi edad, etc, etc. tiene una hija preciosa que está jugando con un montón de cartas, tres o cuatro mazos de cartas de póker, tratando de meterlos en sus respectivas cajas que evidentemente son menos que los que debería haber, porque la enana presiona y presiona para que cierren, hasta que me da la caja para que meta aún más cartas y la haga cerrar.
me quedo sentada ahí un rato, cantando para la niña, el polirrubro va y viene gual que su mujer, que atiende la frutería esta y otro puesto a 20 metros justo en la entrada de la terminal.
naturaleza llama, voy a una estación de servicio que está enfrente. dos puertas idénticas, dos ideogramas distintos, ni la menor pista de cual es damas y cual caballeros. bienvenida a china.
una voz desde atrás me rescata, me indican cual es el de mujeres, primera lección aprendida.
me siento cerca de la puerta de la terminal con la netbook, pesco una señal de wifi, confirmado que facebook y blogger no andan, parece que tampoco nada que termine en blogspot, amiguis bloggers los leeré en otro momento, hice bien en mandarle ayer a kika la habilitación para que cuelgue mis posteos por mí. la nena juega al lado mío, hace unos miniavioncitos de papel, jugamos con ellos. la madre se me acerca con un puñado de frutas en la mano, me habla y me sonríe, ojalá pudiera entender que me dice, le digo lo único que aprendí hasta ahora, xie xie, gracias. en veinte minutos sale el bus, se acerca otra vez y me da un choclo, me hace señas de que es algo para comer, me da mucha ternura, no sé como agradecerle más que esas dos palabritas que me parecen tan poco.



(al final encontré un modo de usar blogger, pero para subir las fotos no todavía. paciencia china!)

jueves, julio 08, 2010

limbo

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esta es mi última noche en laos. y lejos de ser un final, es el punto de partida para una nueva aventura.
en unas horas estaré cruzando la frontera china, otra vez todo nuevo, el lenguaje, el alfabeto, los carteles incomprensibles, la cultura, los gestos, la comida, las costumbres, las ropas, las ciudades, el clima, los paisajes.
en algún punto siento que el "traveler friendly" sudeste asiático fue una especie de limbo viajero, una vacación, un recreo entre dos experiencias monstruo: india y china, y aunque china es aún más grande, los tiempos están más acotados desde el vamos por la visa.
no voy a negar que tengo un poco de miedo, ese miedo de cuando somos chicos, de no querer mirar pero espiar entre los dedos, ese miedo que te frunce un poco el estómago pero te impulsa a seguir un poco más. el miedo de cuando te llama el chico que te gusta y tenés tantas ganas de hablarle que no querés atender.
alucino que detrás de la frontera hay un luchador de sumo gigante esperándome, o unos mafiosos con nunchakus, o las tortugas ninja, quien te dice. sin embargo, en el fondo sé que todo va a salir bien.
para variar, no tengo lonely planet ni idea de donde voy a ir. tengo un mapa al menos, y una dirección: tengo que llegar a la frontera con mongolia.
hasta entonces, la más pura y excitante incertidumbre.
no me canso de pensarlo: este viaje tiene vida propia, y me eligió como compañera.
yo simplemente lo sigo adonde va.


pd: parece que en china no funciona ni blogger, ni facebook, ni picasa.
estamos jodidos!

el típico gusto francés

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resulta que no hay bus directo al borde chino, tengo que ir primero a udomxai, 4 horas, y de ahí agarrar algo a boten, otras 3 o 4 horas. sale una minivan a las 11 am, el tipo me dice que sí se puede llegar a boten el mismo día, cruzo los dedos. esto lo debería hacer el 8, o sea pasado mañana, me da tiempo de ir muang non koi (o algo así), pasar la noche, volver acá, pasar otra noche y viajar al día siguiente. la gracia de este lugar, además del viaje en bote, es que no hay luz excepto por 4 horas al día y se me hace agua la boca al pensar en tantas estrellas. voy a averiguar entonces por el bote, hay uno a las 11, no compro el pasaje de rebelde nomás, tengo que volver a armar la mochila.
cuando estoy por salir me cruzo con emile que recién se levanta, le digo que me voy a tomar el bote, me dice que se irá esta misma noche. le doy la lonely planet de laos en español, yo para que la quiero, es gracioso como yo viajé por india con una lp en francés y ahora él lo hará en laos con una español. se va un momento, regresa con una botella de vino en la mano, me dice ayer me dijiste que querías un vino francés. eso sí que no me lo esperaba, le digo que es una lástima que no lo podamos compartir, dice que sí, yo le digo que el universo es circular, que me ha dado mucho gusto conocerlo, que suerte en su búsqueda y que tengo la certeza de que nos volveremos a encontrar. nos damos un abrazo y me voy, son menos cuarto, aparentemente el barco siempre se retrasa porque no sale hasta que se llena, o hasta que hay suficiente gente para que sea rentable.
mientras cruzo el puente hay dos enanos hermosos que me saludan, me pongo a sacarles fotos, hacen caras y gestos, las quieren ver. sigo caminando, se me rompen por enésima vez los jootis, otra vez se despega la suela en la parte de adelante. llego al embarcadero, o más bien arriba, donde venden los boletos, son 11 menos 5, el tipo me dice que el bote ya salió porque estaba lleno, que vuelva a las dos. y aunque me hace ilusión navegar por el río aunque sea una hora, la idea de quedarme acá sin ir a ningún lado tampoco me disgusta.
de todos modos, a las 2 vuelvo al embarcadero, hay nomás un inglesito esperando, ya veo que el barco no sale. nos dicen que esperemos a las 3 o 3.30, que viene un bus de luang prabang, a ver si trae gente que quiera viajar también. evidentemente el barco no saldrá a mneos de que paguemos por el equivalente de 10 pasajeros, y eso no está en mi presupuesto. está nublado desde la mañana, y mientras esperamos se larga a llover. bueno, no habrá estrellas en la noche entonces, tampoco me entusiasma mucho la idea de llegar a las 5 de la tarde y me viene bien ahorrarme los 40000 kips del pasaje.
en el camino de vuelta al hotel me río pensando en que este viaje tiene vida propia. yo sólo me dejo llevar, si no me toca ir a muang non koi será porque debo quedarme acá.
llueve otra vez, tengo que hacer otra vez el check in, me cambio a un bungalow cuyo balcón tiene vista al río, impecable. charlo con otros huéspedes, hay un español de unos 50 y tantos, llegan soraya y gabor, una española y un húngaro que conocí en el viaje de vientiane a luang prabang, me caen superbien, qué casualidad, todos vamos por las mismas rutas parece.
llega emile, compartimos un dolor de cabeza y un café lao asquerosamente dulce, pasamos lo que queda de la tarde mirando la lluvia, escuchando a yann tiersen, hablando un poco y frotándonos la frente con tiger balm para combatir el dolor.
al final sí tendremos oportunidad de compartir el vino, lo abrimos en el balcón de mi bungalow, el vaso de lata no le hace justicia, las montañas se diluyen en reflejos rosados.
vamos a cenar al restaurant indio con nuestra botellita, de verdad que me hace acordar a juli, tiene algo de niño en su expresión. la charla va en cuatro idiomas, inglés, portugués, francés y español, sobre capoeira, vinos, búsquedas, bicicletas, buenos aires, novias, novios, viajes, tristezas, uvas, sueños, raíces, inviernos. reímos, sonreímos, mucho. le digo que tiene una energía especial, él dice que también yo, que tengo una energía "joven" dice entre risas, más joven de lo que soy. le cuento de mi teoría, que en realidad aparento la edad del promedio entre mi edad real y mi edad mental: 34 más 18 dividido dos, 26.
la hora se pasa, el bus se acerca, pagamos, en el camino de regreso al hostal,le digo que estoy muy feliz de haberlo conocido, él dice que el placer es suyo, nos damos un abrazo, claramente los franceses son más expresivos que los escandinavos. compartimos un cigarrillo mientras viene el bus, ahí está, te voy a visitar a toulouse, buen viaje, nos vemos. no me hace falta ir ver las estrellas en el otro pueblo, hay gente que es pura luz.

lunes, julio 05, 2010

twinkle twinkle little star

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tras la noche en el hotel boutique, vicki se fue y yo me mudé a un hostel bien hostel: dormitorio con 12 camas. no me molestaba compartir habitación, tenía pensado seguir hacia el norte a la mañana siguiente. es extraño como uno puede estar solo en un lugar lleno de gente, no tenía interés en hablar con nadie.
puse el despertador a las 8, aunque me desperté tipo 6 y algo, traté de dormir un rato más, el sol entraba a pleno por la ventana, al final salí de la cama a las 7, me di un baño, me conecté al wifi, corregí algo para identity. tenía pensado ir al mercado para comprar frutas, al final obviamente no hice a tiempo, me tomé un tuk tuk que en vez de llevarme a la terminal de minibuses me llevó a la terminal norte, mucho mejor, terminé viajando en tuk tuk hasta non kiaw por 35000. el trayecto era bellísimo, aunque vine rebotando todo el viaje.
non kiaw está partido al medio por un río ancho y espeso, y rodeado por montañas verdes. es pequeñito y tranquilo, da la impresión de que a un lado del puente está la parte de los locales y del otro, la parte para los turistas, pero es todo más o menos lo mismo, y me gusta mucho.
en el viaje venía un chico precioso con los ojos levemente rasgados que me hacía acordar muchísimo a mi hermano juli, resultó ser francés de toulouse pero con padre laosiano, émile se llama, vino a laos un poco en busca de sus raíces, está viajando con un chico laosiano que conoció en luang prabang. nos alojamos todos en el mismo lugar. yo, después de la ducha obligatoria, hacía tanto calor que me metí en el cuarto, creo que quise escribir un poco pero me desmayé. no había dormido más de 3 horas la noche anterior.
resucité a las 6 o 7 de la tarde, caminé un poco, quería averiguar sobre los buses para irme de acá, tengo que planificar mi salida, el 9 se me vence la visa y seguramente tengo un día entero de viaje hasta la frontera china.
cené en un restaurante indio riquísimo, volví al hotel, emile y otros estaban tomando unas cervezas, me uní, todos se fueron a dormir excepto nosotros dos, tomamos otra birra, hablamos mucho, me contó de su familia mitad francesa mitad laosiana, de que hasta ahora en su vida había sentido que estaba apoyado en el suelo únicamente con un pie y que había venido a buscar la otra pata; que en vientiane fue a ver la que fue la casa de su padre, que debió emigrar antes de los 20 años, y que al verla fue como si le hubieran sacado un peso que cargaba sobre los hombros; que su padre no parecía estar feliz en francia pero tampoco había querido volver. hablamos de los sueños, él tiene un cuadernito donde los escribe, hablamos de los planes y de viajar solo.
no queda nadie despierto en el pueblo, excepto por un montón de estrellas flotando en la negrura.
vamos hasta el puente a verlas. escuchando los cascabeles de los búfalos de agua, los grillos, el susurro del río, vimos cuatro estrellas fugaces. volvemos con unas sonrisas infinitas.

domingo, julio 04, 2010

la búsqueda del tesoro

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en vientiane reencontré alguna gente que había cruzado en el norte y en el sur, fui a buscar mi visa para china, comí papas fritas, y sin muchas vueltas, esa misma noche me tomé otro bus -incomodísimo- a luang prabang.
en luang prabang me esperaba vicki, una argentina que vive en laos hace un año, trabaja para un organismo internacional. nos habíamos encontrado antes en vientiane, tenemos una amiga en común que nos puso en contacto, y como era su cumpleaños, decidió ir a pasarlo en luang prabang y yo fui a hacerle compañía.
es gracioso como suceden las cosas, de pronto estoy en un hotel boutique topísimo, un mimo absolutamente inesperado, todo es precioso y sirven el mejor desayuno que comí en largo tiempo (aunque el de florence no estaba nada mal, debo admitir).
las mesas están en una terraza entre los árboles junto al río, la vista es lindísima, me dan café y jugo, frutas, omelete, tostadas, mermeladas, muesli, yogur. llevo la pc, hay wifi del hotel de al lado, perfecto. mientras vicki hace los recorridos turísticos, yo escribo, trabajo, me paso el día entero sentada ahí, mirando el río fluir.
fue interesante compartir estos días con ella, sabe mucho y de algún modo siento que es un espejo interesante para mirarme. es comunicadora también, y mi primera impresión fue que por su carrera había relegado muchos aspectos de su vida personal. aún creo que es así, pero sin embargo noté en ella estos días una claridad, una sensibilidad que antes no había percibido.
me sentí cerca de ella en muchas cosas, y quizás si diez años atrás me hubiera puesto como objetivo mi carrera, podría estar en un lugar similar. me reí pensando en mi trajecito beige y mis zapatos taco aguja esperando en alguna caja debajo de mi cama en buenos aires. los volveré a usar alguna vez? cuánto de eso es aún parte mía?
hablamos de política, de comunicación y desarraigo, le pregunté cómo se sentía con su migración constante, que en algún punto se parece a la mía, excepto que la mía es más repentina, errabunda y desocupada. ella dice que su lugar es argentina, en pocos días termina su contrato en laos y volverá. dice que una vez que uno se desarraiga ya no es lo mismo, no puede arraigarse del mismo modo, y que hay que volver con respeto, hacia el lugar y hacia uno mismo. estoy de acuerdo. ojalá encuentre lo que busca, ya aprendió que no es dinero, ni trabajo, ni desarrollo profesional. quizás un compañero, lazos, raíces.
pienso en qué estoy buscando, si es que estoy buscando algo, o sólo me estoy dejando llevar. estoy escapando de algo? debería estar buscando algo?
no lo sé. en mi mundo pequeño, ombliguístico y naif, creo que si algo busco es la felicidad, aunque seguramente no podría definirla. me acordé de una mujer que conocí en arequipa, en perú, en la oficina de turismo. estaba averiguando por mercados de pulgas, buscaba tesoros, antigüedades, cosas raras. yo le dije que no sabía que estaba buscando y ella me dijo que no hacía falta, que mi corazón me indicaría que era en cuanto lo viera. quizás tenga razón. quizás ya lo encontré.

viernes, julio 02, 2010

diarios de motocicleta

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el día siguiente en la moto estuvo pasado por agua. al principio parábamos cuando se largaba muy fuerte, pero al final ya no había más tiempo y teníamos que volver. uno de los primeros stops lo hicimos en tatbeng, en un mercado.
me pedí un café lao, que es café de filtro negrísimo con leche condensada. tercipelo en la boca.
el café de la meseta de bolaven es de los mejores de mundo, dicen, yo no tengo idea pero este está riquísimo. seguimos adelante, volvemos a parar en una especie de negocio que es también en una casa, nos sentamos a escurrirnos un rato con la esperanza de que pare. afloja la lluvia, seguimos adelante, otra vez empieza a pegar fuerte y el tema es que manejando no se ve nada, paramos otra vez a almorzar. las chicas tienen una fijación con la sopa de fideos "noodle soup", comen eso como desayuno, almuerzo y cena, yo las acompaño esta vez, me acuerdo del kung fu panda y su papá, que tenía el secreto para hacer la mejor noodle soup.
otra vez nos ponemos en marcha, le damos duro hasta que llegamos a paksong, perdemos un rato largo buscando una asociación de productores de café que no encontramos, al final vamos a un lugar sobre la calle principal, nos fajan 5000 kips por café y no se parece en nada al que tomé a la mañana, una lástima. desistimos de ir a ver la catarata que hay por ahí, estamos empapadas, lo bueno de este café donde estamos es que hay una cocina donde nos podemos calentar y secarnos un poco.
a las 5 ya no hay esperanza de que pare de llover, así que nos ponemos en marcha, las chicas se compran unos ponchos para lluvia, yo tenía mi rompeviento aunque aún con él puesto se me había mojado hasta la ropa interior.
una vez que el camino comienza a descender también el frío comienza a ceder, arriba del plató son 1200 mts sobre el nivel del mar y se hacen sentir. con el calorcito llega la oscuridad también, la luz trasera de mi moto no funciona.
tengo pensado tomar un bus a las 20.30 a vientiane, y para eso tengo que ir a lo florence a buscar mi mochila. llego a la casa de memoria, aunque me costó un poco encontrarla de noche y bajo la lluvia, flor me estaba esperando, tomamos un té mientras me ponía ropa seca y armaba la mochila, salimos juntas con ambas motos a devolver la mía y a tomar el bus.
las compañeras de travesía me esperaban en el lugar del alquiler, nos dijimos adiós que te vaya bonito, flor y yo en la misma moto vamos a la terminal que es super cerca, son 8.25.
pregunto en la ventanilla, me dicen que el bus está lleno, que no hay más lugar, esto ya lo escuché, me acerco al bus, hay un tipo con una planilla, le pregunto si hay lugar para uno más, me dice que espere, habla con otro, le dice farang no sé qué, yo levanto la mano diciendo "sí, aquí farang", al final dicen sí, me subo en la cabina del chofer, flor me saluda por el parabrisas, al final me dicen que hay una cama libre en el bus (es un bus cama, o sea que no hay asientos sino camas en todo el bus), perfecto, cada día me convenzo más de que cuando las cosas tienen que suceder, suceden.

jueves, julio 01, 2010

en el momento exacto en el lugar justo

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a la mañana florence me llevó al centro. yo preparé algunas cosas, cepillo de dientes, muda de ropa, rompeviento, quizá encuentre un modo de ir al plató y quedarme ahí. quizás aparece alguien, o un tuk tuk, o me permiten alquilar una moto sin el pasaporte, o sucede algún milagro.
8 am estoy sentada en el internet del centro, donde también alquilan motos, tras un bonito desayuno frutal con florence. me vuelven a decir que no, me siento en una pc, nadie respondió en couchsurfing. me voy resignando a buscar un bus cuando entran al ciber laura y marie, una holandesa que me aturdía en vang vieng y una alemana que conocí junto a ella en vientiane, más bajo perfil. resulta que las dos van a alquilar una moto para ir al plató, exactamente lo mismo que yo quería hacer, les digo casi sin pensarlo que alquilen dos, yo pago por la otra pero que no tengo el pasaporte, bla. en minutos estamos las tres motorizadas con rumbo a tat lo, unas cataratas que están en el plató.
el camino es bellísimo, verdísimo, suavemente ondulado. a los lados de la ruta, plantas de café, de banana, de maíz, casa de paja, madera y bambú y una infinidad de sonrisas.
sabaidee nos gritan agitando las manos, los pies descalzos, los mocos colgando, las sonrisas amplísimas, gallinas, chanchos, perros, las casas flotando sobre pilotes finos y debajo, hamacas, leña, motos y, detalle bizarro, antenas satelitales. los laosianos tienen fama de vagos, o al menos de extremadamente tranquilos, ayer leí un poco sobre su historia, apretada entre china, francia, vietnam, estados unidos y tailandia, recién declararon la independencia en 1975 y desde entonces es comunista aunque parece depender por completo de la ayuda internacional. son pocos, menos de 6 millones, con menos del 17% del área cultivable utilizada (4% del país, el 80% del cual es arroz) y con un índice de alfabetización del 66%, no suena muy comunista que digamos. leí en algún lado que los vietnamitas cultivan el arroz, los camboyanos lo miran y los laosianos lo escuchan crecer. todo va más lento en laos, sin embargo, andando los caminos, se los ve marchar con los cestos en la espalda, cortando leña, lavando en el río y trabajando en el campo, aunque también tirados en las hamacas y tomando cerveza beerlao.
el sol pega duro en el viaje, paramos a comprar furtas, a sacar fotos, a almorzar. todos nos saludan con una alegría tan genuina y tan inocente que contagia. llegamos a tatlo, que es nuestro destino por hoy. buscamos alojamiento, nos metemos al río, hay unos nenes bañándose desnudos, uno le está lavando la cabeza a otro, se ríen, juegan, se tiran al agua. la catarata es amplia y ronroneante, la vemos desde el balcón de nuestro cuarto.
como a las 5 vamos a la otra a 10 km, el camino es casi todo en subida, estoy disfrutando por anticipado la vista al llegar. pasamos por unos pueblos, me olvidé la cámara de fotos, todo el mundo saluda.
llegamos, es apenas un chorro de agua colgando desde un risco, una pared de roca altísima, y estamos arriba de todo. al final del precipicio, el agua, el valle, el verde como una alfombra que se extiende hasta las montañas que dibujan el horizonte. es magnífico, hermosísimo, increíble. me siento tan pequeña ante tanta inmensidad, tan privilegiada de poder estar ahí admirándola, tan feliz. no preciso nada.
pienso en que ayer me quería matar por lo de la moto y el pasaporte, y como sin hacer nada, sin ningún esfuerzo, las cosas suceden. ponele destino, estar en el momento exacto en el lugar justo, ponele suerte, ponele fe, culo, casualidad. las cosas suceden por alguna razón, y aunque desconozca cual es en este caso, por lo pronto no la voy a cuestionar.

acá hay más fotos.