estoy en máncora, de regreso en perú.
y me despido del pacífico...

el sol arde lento diluido en el magma marino.
la luna sonríe. y el agua llama.
nadar de noche.

free hugs

en medio de un calor pegajoso (ayer tenía guantes de lana en quito) vuelvo a guayaquil y en el bus me doy cuenta que está comenzando otro viaje dentro de mi viaje, y que es una especie de viaje de reencuentro con lugares, pero más especialmente con gente que fui conociendo en estos meses.
y aunque bajaré bastante a las corridas, sé que me esperan amigos en lima, en la paz, en córdoba, en baires. y tengo muchas ganas de esos abrazos.

moebius

apenas pasada la frontera colombiana, la policía ecuatoriana detiene la combi en que voy. quieren revisar mi mochila. el cana me pregunta:
-de dónde viene?
-de argentina.
-y adónde va?
-a argentina...

viajes circulares...

camino a casa

en un rato salgo rumbo a ipiales, en la frontera ecuatoriana. y aunque tengo ganas de volver, me pesa dejar colombia...

riesgo país

estoy en la ciudad más peligrosa de colombia: salento.
tres mil habitantes en medio del eje cafetero, rodeada de montañas verdes y una paz encantadora. cuál es el peligro? no te podés ir! vine con intención de quedarme un día y ya voy cuatro. y aunque supuestamente hoy voy a popayan todavía no descarto la chance de quedarme un día más.
el slogan turístico de colombia dice "el riesgo es que te quieras quedar".
ya sucumbí.

zzz

otra vez dormir (o mejor dicho, mal dormir) en el bus, un bus minúsculo e hiperlleno con rumbo a manizales, tras cuatro geniales (y extenuantes) días en bogotá.
otra vez la rutina: llegar a las 6 am, dejar la mochila en la terminal, caminar.
llueve de a ratos, hace frío y estoy tan pero tan cansada. a la tarde me meto en un banco, que aloja el museo del oro y una biblioteca. música clásica brota de una sala. me acomodo en los sillones, acunada por bach. duermo.

perfección

el sol, en su retirada, va encendiendo de a poco las estrellas.
la luna llena amanece entre las palmeras de tayrona.
el arrullo del mar inunda todo el silencio.

show me the money

(van saliendo los posts atrasados: este es del 24 de febrero)

tenía que pasarme también a mí.
debí intuir que sucedería cuando al llegar a loja tuve que entregar el billete de un dólar de la suerte a falta de cambio.
después de tres meses viajando llegó mi turno y en el carnaval de ambato desapareció mi billetera. no me atrevo a decir que me la robaron, porque no me percaté de su ausencia hasta que fuimos a almorzar, tras el hermoso y multitudinario desfile. no es taaan grave, es más el incordio que otra cosa. como ya estoy casi en la recta final del viaje no cambia mucho mis planes.
con el robo, perdí una billetera de cuero que me habían regalado hace ya bastantes años, no más de 15 dólares, la cédula y la banelco. y aunque no lo crean, gané algo muy importante: la excusa para dar lástima!
hay ciertas cosas que el dinero no puede comprar...

update

no se preocupen, no he sucumbido aún bajo ninguna de las tremendas amenazas de colombia: la droga, la guerrilla y la más letal, el encanto de su gente.
a cuatro meses de la partida, estoy en el punto más al norte que alcanzaré en este viaje, santa marta. a partir de mañana, empiezo a volver.