salimos con la intención de ir terelj, un parque nacional a 40 km de ulaan bataar. el bus pasa a las 4 pm por la vaguísima coordenada de una esquina súper transitada, y como era de esperarse, tras media hora de rebotar de referencia en referencia, llegamos a la parada para comprobar que el bus se ha ido.
estamos con el ímpetu movedizo, las mochilas al hombro llenas de mandarinas, galletitas y fideos instantáneos, y ganas de inaugurar la carpa, así que tomamos un bus local hasta el punto más oeste de la ciudad, a ver que encontramos. encontramos una parada de buses y combis, y mirando el mapa de la lonely planet, un nuevo destino: gachurtt, a 20 km de UB, y de desde donde parece posible llegar a terelj a pie. son las 6 cuando subimos al bus y casi las 7 cuando bajamos, buscamos el río, la costa está muy cerca del pueblo como para poner la carpa y el otro lado promete árboles y cierta seguridad.
zapatillas fuera, pantalones a la rodilla, el agua está fría y el fondo es de canto rodado, pero vale la pena. al día siguiente volvemos a cruzar buscando la senda hacia terelj, que se supone cruza a través de la montaña. una mujer cruza también con un tronco al hombro. preguntamos aquí y allá, la senda no aparece y la costa del río se ve tan bella... y parece que también va a terelj.
caminamos por la costa, entre árboles a veces, cruzando vados otras tantas. un paisaje interminable marca el límite al azul increíble del cielo. 260 días de sol por año hay en este país interminable y desierto. algunos gers cada tanto asoman entre el verde apagado de otoño de las colinas.
un hombre pulula entre árboles amarillos, está juntando unas bayas, nos da a probar.
antes del atardecer buscamos un lugar junto al río para la carpa, juntamos leña, comemos pan con "manteca de maní" y zanahorias, hacemos una fogata, miramos las estrellas.
amanece otro día, otra vez caminamos, las mochilas van más livianas,el río se abre en hilos helados, tejiendo un delta arbolado. varias veces lo cruzamos. el mediodía se pasa con unos maníes y fideos secos, unos perros nos ladran a lo lejos (pero por las dudas, agarramos unas piedras, no sea cosa que...)
pasamos un bosque tupido, el río se abre en dos, un hombre grandote lava una camioneta en la orilla.
-terelj?
con un palo dibuja un mapa en el piso, el río, seguir el río hasta la ruta y esa ruta va a terelj. genial.
unos metros más adelante, dos señoras encantadoras están sentadas junto a una fogata. hierve una olla con carne. saludamos, nos invitan té con leche salado, galletitas, difícil de rechazar. nos sentamos, se ponen a amasar algo, enseguida me arremango para ayudar, está claro que nos invitan a comer, a jonathan lo ponen a cortar leña mientras yo estiro una masa de harina y agua que luego pondrán sobre el caldo hirviente.
viene el hombre, que es el esposo de una de las señoras. obvio que la charla va por señas, pero se arregla para contarnos que viven en naralj y que tienen seis hijos.
jonathan pregunta por la lucha, uno de los deportes nacionales y ahí nomás el tipo lo agarra por los hombros y lo tumba al piso. las mujeres se ríen.
la comida está lista, comemos el cordero hervido, con papas y la pasta que estiré, el té salado ayuda a bajar.
la sobremesa se alarga casi hasta las 6, al final nos terminan llevando hasta la ruta, una vez más cruzamos el río y armamos la carpa, fogón pero sin cena esta vez, la merienda inesperada fue contundente.
amanece el viernes y tenemos que volver a ulaan bataar, a quien le importa ahora ir a terelj, nos tomamos el día con calma, nos metemos en el río helado, almorzamos mandarinas y pan con peanut butter, como a las 4 vamos a la ruta, sí, pero para el otro lado. otro día vamos a terelj.
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