domingo, agosto 29, 2010

la gran muralla

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me dirán que es un cliché. que es hiperturística, que es como el taj mahal chino.
pero trepar por las zonas que no fueron reconstruidas, escalar entre piedras antiquísimas, presenciar un atardecer sobre esa cresta ladrillosa ondulando sobre las montañas, hacer un fogón sobre una de las torres y acampar ahí mismo para pasar la noche, hicieron de estos días una de las mejores experiencias de este viaje, de acá a la china. ah, estoy en china. bueh, de acá a la argentina.

has recorrido un largo camino, muchacha

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antípoda
(Del lat. antipŏdes, y este del gr. ἀντίποδες, antípodas). 1. adj. Geogr. Se dice de cualquier habitante del globo terrestre con respecto a otro que more en lugar diametralmente opuesto. U. m. c. s., especialmente en m. pl.

van catorce meses de viaje. y estoy tan lejos como se puede llegar.



mi remera de couchsurfing, casi ilegible, ha decidido terminar sus días útiles en esta ciudad. mafalda, llegamos a las antípodas!

viernes, agosto 27, 2010

pequeñeces pequinesas 2

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nuestro host es chino pero vivió casi toda su vida en ee.uu., y sabe muchísimo de historia, política y economía. con la intención de demostrar cuán globalizado está el consumo en china (como si hiciera falta), nos lleva a un shopping de super lujo donde florecen marcas internacionales. entre ellas, un local de teléfonos celulares que cuestan 80000 yuanes (10000 dólares!) con oro y diamantes, cuyo mayor encanto es que fueron ensamblados a mano (?). se podrán imaginar, estoy en mi salsa.
vamos a un local de panasonic, y entre otras modernidades hay tv en 3d, inodoros donde se puede regular la temperatura del asiento y un sillón masajeador. miramos la tele, el inodoro tiene un cartel que dice "refrain from using" (absténgase de usarlo) así que le hacemos caso, pero no podemos evitar la tentación del sillón.
me tengo que sacar el anillo aquel que compré en perú, bien vale la pena, el sillón te masajea de los pies a la cabeza.
nos vamos, recién al otro día descubro que mi dedo está desnudo. no puedo volver ese día al shopping, recién regreso al día siguiente. voy directamente al local de panasonic, que ocupa dos pisos. un batallón de simpáticos empleados que no hablan inglés se me acercan. una chica habla un poco, la llevo hasta donde está el sillón, con señas le explico que perdí mi anillo.
asiente con la cabeza, va a hablar con uno, luego con otro más, se arma un revuelo con cinco o seis empleados, la chica me dice que espere, intenta preguntarme como es el anillo, espero un rato, van a buscar a otro empleado que habla inglés, él también me dice que espere, al fondo los mismos cinco o seis pululan alrededor de una mujer con lentes pero sin uniforme, ella abre un armario con llave, saca un sobre blanco de cartón tamaño oficio, se acerca a mí con parsimonia, el que habla inglés vuelve a preguntarme cómo es el anillo, le digo que es de tres metales, bronce, cobre y alpaca, todos enredados, que en una parte se forma como una rosa, el muchacho traduce lo que digo a la mujer de lentes, ella abre el sobre que es de esos que se cierran con un hilo, del fondo emerge mi joya tan querida, todos contemplan la entrega emocionados, me piden que firme el sobre, dejo mi autógrafo para la posteridad y me voy feliz con mi dedo anillado, custodiada por sonrisas con uniforme de panasonic.

miércoles, agosto 25, 2010

solos en la madrugada, no estamos solos

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beijing llegó con un couch bajo el brazo y una bicicleta entre las piernas. es una ciudad hipermoderna con corazón milenario: en el centro late la gigantesca plaza de tian'anmen y la ciudad prohibida, rodeada de hutongs, unos encantadores barrios laberínticos de casas de piedra y callejones estrechos. da la impresión de que no hay baños en las casas de los hutongs, algunas son minúsculas, y está plagado de baños públicos gratuitos. algunos hutongs se conservan más "originales" (y quizá por eso, más en decadencia), en tanto otros se ""palermizaron" con bares y locales de diseño. por aquí y por allá pululan bicis y cycle rickshaws, los autos no caben en la mayoría de las calles.
la ciudad prohibida es un mundo aparte. recorrerla lleva un día entero de caminar por un laberinto de turistas, pasajes, suntuosos edificios bordó y hasta varios parques. es majestuosa, sin dudas, pero sin dudas sería más disfrutable con unos miles de turistas menos.
más afuera del primer anillo (beijing está rodeado de avenidas concéntricas amplísimas y con carriles exclusivo para bicis) hay rascacielos, centros comerciales y algunos parques muy bonitos, y por todos lados hay muchas cosas para ver y hacer, y muchos chinos.
buscando evitar las masas, el martes salimos con las bicis a la noche. pasamos por la zona de los bares, llena de ex-pats, cigarrillos truchos y luces de neón. después por la de los restaurantes, iluminada de farolitos rojos, aromas potentes y autos caros.
eran pasadas las dos cuando seguimos hacia el centro y comenzamos a notar finalmente que no había tanta gente en la calle. pedaleamos por la torre del reloj, la torre del tambor, los hutongs y los lagos cerca de la ciudad prohibida. para cuando llegamos a la entrada, eran como las 4. sacamos fotos, damos la vuelta hasta la plaza, ya en la esquina se adivina el banderín típico de los guías. en cosa de minutos, aún bajo el rocío de la madrugada, la plaza se llenó de gente con banderitas chinas que venían a presenciar el izamiento de la bandera.
huimos hacia el teatro nacional, un edificio hipermoderno, redondeado, como si fuera un rascacielo derretido. todavía no sale el sol, y ya montón de chinos están corriendo, paseando sus perros, haciendo taichi.
tras un stop para desayunar, seguimos hacia el sur, al templo del paraíso. 8 am, cientos de bicis ya están estacionadas en la entrada del parque. adentro, infinidad de chinos haciendo gimnasia, bailando con abanicos y espadas, jugando al badmington, cantando en un coro, escuchando una orquesta, paseando sus perros y pájaros (se los juro, los pasean en sus jaulitas!).
volvemos casi al mediodía bordeando la única parte que quedó de la antigua muralla de la ciudad, tomamos la avenida principal hacia el este, un enjambre de bicis, taxis, buses y autos ocupa todos los carriles.

tengo montón de fotos pero no puedo subir ninguna, otra vez se me rompió el proxy (?).
acá, una de jonathan.

Zeppelin approaching

lunes, agosto 23, 2010

pequeñeces pequinesas 1

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voy al silk market, una mezcla entre shopping y galería del once donde venden un montón de porquerías para turistas acomodadas en cinco pisos. todos los angloparlantes chinos están concentrados acá, hasta algunos se animan con el ruso y hasta el castellano. jacket, lady? tshirt for you? how many do you want? en cuanto te descuidás, te agarran del brazo arrastrándote a sus puestos.
los precios son ridículamente caros, diez veces más el precio real: está claro que hay que regatear, y duro.
hay ropa trucha, especialmente camperas, ropa deportiva y carteras, hay chucherías pseudo comunistas y celulares copiados, hay joyería de cotillón y juguetes ídem.
me da gracia descubrir que algunas cosas son hechas en corea. es el colmo!
pregunto por un esmalte de uñas de esos chiquitos que parecen muestras gratis. veinticinco yuanes. qué? son como veinte pesos! me río del absurdo. bueno, diez. diez? estás loca? si en buenos aires no lo pago más de un peso y lo peor es que lo traen desde acá!

jueves, agosto 12, 2010

escala de grises

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llegamos a pingyao pasado el mediodía largo, el tren se retrasó como 2 horas. nada simpático,considerando que para tomarlo nos habíamos levantado a las 6 am.
la estación es tan descolorida como todas las demás, y nos esperan algunos taxis con volantes de hoteles. después de dudarlo un rato, al final subimos a uno, el tema es que nos quiere llevar a un sitio que está recomendado en la lonely planet y que parece genial, pero también caro. después de mucho negociar, la driver dijo free, only look, así que nos subimos.
el cielo está plomizo y cercano.
cruzamos la muralla y dejamos atrás la parte nueva. es curioso como en estas ciudades hay esta separación grosera entre viejo y nuevo. por fuera de la muralla, un mundo, por dentro otro. el mundo de dentro es una sucesión de paredes de piedra oscura y portales gruesos, una colección de restaurantes, antigüedades y negocios para turistas en la calle principal. todo pareciera pintado con la misma paleta opresiva y gris, apenas los farolitos rojos descartan la teoría de un mundo en blanco y negro.
al final no paramos donde nos llevaron, era hermoso pero fuera de presupuesto, merodeamos un rato con las mochilas, la del rickshaw nos sigue exigiendo el pago, ella dijo free to look, me da un poco de culpa pero que se curta, seguro que ella estafa más turistas que nosotros rickshaw drivers.
hay muchos turistas occidentales, muchos más que en xi-an, o en xi-an hay tantos chinos que los westerns no se notan. tengo la sensación de que casi nos hemos deshabituado a ver rostros occidentales. a jonathan le molesta escuchar acento francés por todos lados, es de los que quiere ir a lugares donde nunca fue nadie antes, cosa algo imposible viajando con una lonely planet. al final paramos en otro lado, también lindo, también caro, pero con dormis de 8 camas por 30 yuanes.
caminamos, llovía, estábamos bastante destruídos del estómago así que no hicimos gran cosa más que merodear por la ciudad vieja, escapando de los negocios de turistas y de los turistas también.
de pingyao no teníamos muy en claro adónde ir, miramos los trenes, las opciones eran yujiacan o directo a beijing. para yujiacan tenemos que ir primero a shijianzhuan, desde pingyao sale un solo tren a las 6 de la tarde que llega a las 10 y media, mucho no nos copa la idea, empezamos a evaluar otros lugares, elegimos datong, que no tiene mucho encanto per se pero parece que los alrededores están buenos. una noche en pingyao nos alcanza, cenamos en uno de los tantos patios encantadores aunque nuestros estómagos no están muy de parabienes. al día siguiente hacemos el check out al mediodía y hacemos tiempo hasta las 8 pm que sale el tren. afuera llueve, en el hotel hay sillones, wifi y un baño decente, no necesitamos mucho más. a las 7 y algo vamos caminando a la estación, cuando llegamos resulta que no hay asientos en el tren, nos venden boletos para viajar parados 8 horas, no es una opción, volvemos al hotel, mañana será otro día.
y resulta que es otro día que se parece bastante al anterior, que se pasa tan gris como todo lo que nos rodea, volvemos a cambiar de opinión y de destino, mejor yujiacun y el tren a las 6, aunque jonathan sugiere otro lugar, quikou, no suena mal tampoco aunque está medio para el otro lado, vamos a la estación, tras pasar toda la tarde boludeando haciendo tiempo para tomar el tren, llegamos tarde, otra vez estamos en la estación con las mochilas y sin destino. al final resolvemos ir a taiyuan, dos horas nomás en tren pero es una ciudad grande, de ahí podemos ir a quikou en bus o a shinjizhuan en tren, ya lo resolveremos. sacamos pasaje para el próximo tren, en el trayecto miramos o intentamos mirar kung fu panda, me encanta esa peli pero no se escucha nada, llegamos a taiyuan como a las 9, buscamos hotel, comida y a la cama. miramos otra vez kung fu panda, reímos al ver que los chinos están representados con chanchitos, cuán acertado. me quedo pensando en la frase de master oogway, la tortuga:
You are too concerned with what was and what will be. There's a saying. Yesterday is history, tomorrow is a mystery, but today is a gift that is why it is called the "present".*
me encanta esta peli.

*estás demasiado preocupado por lo que fue, y por lo que será. hay un dicho "ayer es historia, mañana es un misterio, pero hoy es un regalo. por eso se lo llama presente".



miércoles, agosto 11, 2010

caí

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trato sin éxito de subir las fotos de los guerreros de terracota, en xi-an.
súbitamente caigo en cuenta que estas fotos las saqué yo, que no lo ví en national geographic, que estuve ahí, yo misma, que estoy en china.
y ya hace un mes.

lunes, agosto 09, 2010

pueblos muertos, pueblos vivos

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de xian nos fuimos a danjigiacun en tren nocturno. por una vez viajamos en cama hasta hancheng, un viaje corto, menos de 5 horas creo, salimos recién como a las tres, esperando adormilados en la estación atestada y roñosa, al tren retrasado. dormimos igual, en las literas altas, en distintos compartimientos.
al llegar, un sol desnudo de rayos se recortaba perfecto como una yema de huevo en el cielo uniformemente gris. ahí nomás tomamos una combi para danji, o para el camino a danji. nos bajamos en la ruta, y luego de dos kilómetros de caminata llegamos a un pueblo pardo hundido en una hondonada polvorienta. tardamos un rato en encontrar alojamiento, vamos entrando en todas las casas diciendo binguan (casa de huéspedes), obvio que el inglés es inútil, todas las casas son iguales, la puerta doble a un zaguán que disimula el patio amplísimo al que asoman todas las habitaciones. miramos dos o tres lugares, o muy caros o muy horripilantes, los baños son siempre la peor parte, al final caemos en casa de una abuela despótica y un niño terrible, nos ofrecen una habitación por 20 yuanes y la tomamos. el baño es un cuartito con un agujero en el piso y sin agua, al lado hay una montaña de tierra y una pala ancha, diy, la ducha, un fuentón que terminamos usando en la terraza en un baño doblemente refrescante. el servicio es con pensión completa, desayuno, almuerzo y cena, la comida típica, vegetales fritos variaditos, zuchinis, chauchas, papas, tomates, huevos revueltos con algo verde y carne de cerdo, y el infaltable arroz blanco aburridísimo que no hay modo que lo trague. la señora se preocupa porque no como arroz, nos quiere hacer morfar hasta las orejas, fuera de las comidas nos da sopa, pan, galletas, el nieto se la pasa revoloteando con una jeringa llena de agua con la que amenaza a un gatito mugroso.
caminamos ida y vuelta, arriba y abajo, por callejuelas estrechísimas tapizadas de piedra, el verde es casi una noción desconocida. el pueblo es antiquísimo, como si se hubiera detenido en el tiempo, hay nomás viejos y chicos, pareciera que las generaciones intermedias han huido, portales viejos con carteles que alguna vez fueron rojos, herrumbre en todos los cerrojos, muchas de las casas están cerradas con candado. es lindo pero hay algo como muerto, hasta el agua del río se ha olvidado de venir y un puente cruza inútil una raja de piedra inundada de yuyos. al día siguiente armamos la mochila y nos vamos.

llegamos a hancheng, la estación más cercana, con la idea de tomar un tren a pingyao que no saldrá hasta el día siguiente hasta las 4 de la tarde, cuanto nos cuesta hacernos entender y entender al tipo de la estación. salimos algo desahuciados, suponíamos que había un tren a la tarde, ahora estamos en hancheng, que es una masa de polvo flotante con edificios, con la lonely planet en la mano y ni idea de que hacer.
todos nos miran, alguien nos habla en inglés, can i help you?, es una chica embarazada encantadora, nos acompaña de vuelta a la estación de tren, confirmamos que no hay tren hoy pero si mañana a las 6.40, nos acompaña luego a un hotel, no responde nadie, luego aparece casi bostezando una chica más blanca que un papel con las pestañas postizas todas pegoteadas. nuestra heroína pide un cuarto, mira con nosotros la habitación y nos confirma el precio. queremos invitarla un helado o un té en agradecimiento, no, no, welcome to my country, nos dice al despedirse.

dejamos las cosas y nos vamos de caminata, parece que tras el polvo hay una parte vieja, ahí vamos, que gusto da dejar atrás los edificios de cerámicos blancos y carteles luminosos, desembocamos en algo que parece un mercado nocturno, hay montón de puestos de comida, me gusta este rincón tan auténtico, tan chino, tan no-para-turistas, vamos causando sensación a cada paso, definitivamente esta gente nunca vio a nadie con ojos no achinados, damos una par de vueltas entre los puestos eligiendo el menú para la cena en vivo y en directo, mucho mejor que cualquier foto menú.

domingo, agosto 01, 2010

fideos, abanicos y mucho, pero mucho calor

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8 pm una nube de taxistas nos espera al bajar del bus en langzhong. hace un calor grosero. me niego, debe haber un bus local. vamos con nuestra libretita con dos palabras clave: lancheng, ciudad vieja, y quiche, bus local. al fin nos desprendemos de los taxistas y nos subimos al primer bus que pasa, muy lejos no nos debe dejar.
langzhong es una ciudad antigua (venimos haciendo adrede un recorrido por pueblos tradicionales), o más bien es una ciudad moderna que tiene una parte antigua muy linda y bien preservada. al menos eso es lo que hemos leído.
vamos por una avenida amplia, claramente hacia el centro, el chofer nos dice que nos bajemos en un punto y caminemos hacia la izquierda. son todos edificios, esto no parece el pueblito idílico cuya descripción leímos, es difícil saber en la oscuridad y sin mapa, volvemos a preguntar, doblamos acá, de pronto el horizonte se va aplanando, el asfalto transmuta en losas de piedra, los neones en farolitos rojos, las vidrieras en puertas de madera labrada.
la mañana confirma las sospechas, el lugar es lindísimo. me levanto temprano, jonathan se queda durmiendo, y con la cara de dormida que tengo, me mimetizo entre la multitud de ojos rasgados. no hay turistas, ni chinos ni extranjeros, o al menos no los veo. 7.30 está todo el mundo en la calle con su botellita de té en mano, a las 11 el calor será tal que no quedrá otra que la reclusión. por todos lados venden fideos que amasan ahí mismo y a mano, y una especie de panes al vapor rellenos, además de unas madalenas que saben exactamente como vainillas. hay sandías, uvas, duraznos y una mezcla entre manzanas y peras, hay patos, gallinas y peces, en el mercado suena como una música, en varias tablas de madera zapatean cuchillas sobre carne y especias, percusión inesperada.
a la tarde otra vez caminata, hay casas tradicionales cuyos patios sombríos se pueden visitar, hay plátanos en las veredas y un paseo junto al río. son quizás las 7 pm, aún hace mucho, mucho, pero mucho calor. todos los chinos van con su abanico en mano, me recuerdan a mis abuelos correntinos y su pantallita (y no pantashita, como pronunciamos los porteños). es gracioso por un momento concentrarse únicamente en el aleteo conjunto e involuntariamente acompasado de todas esas alas solteras en tantas manos distintas, como si estuvieran agitando al unísono la realidad para que el tiempo no se quede dormido en el sopor de la tarde y traiga sin demoras el esperado alivio de la noche.

más fotos acá. (conseguí un programita para poder usar blogger, picasa, facebook y la mar en coche!)