aunque usted no lo crea, me gusta llegar temprano a las ciudades, caminarlas dormidas. los negocios están cerrados, casi no hay gente, casi no hay ruido, recorro casi en puntas de pies,el sol va pintando los carteles, de a poco bostezan las cortinas de los locales,las ventanas se abren como ojos, la gente con rastros de almohada en la cara, los primeros aromas de cocina asoman tímidos a la calle. así llego a cochi, a ernakulam más precisamente,esto es como un montón de islas, me tomo el bote casi vacío a fort kochi, camino por esta especie de colonia (colonia de sacramento, uruguay!) desierta, y ahí están las redes de pesca chinas, esperando el bautizo glorioso que les justifique el ser. los pescadores madrugan más que yo, me invitan a subir, hay pocos peces y muchos turistas que pescar, charlamos un rato, argentina, maradona, my country not europe, no money my friend, entonces are you married, yes, yes, of course, my boyfriend there. chai obligatorio más todas las porquerías que ni sé que son, this is what, porotta que en el norte se llama parantha, un pan chato pero como hojaldrado delicioso, aloo curry, papas que es lo más barato, puri, samosa, todo en papel de diario. el sol se empeńa en llegar al centro, hace un calor pegajoso y húmedo, me alquilo una bici, me escapo, ilusoriamente al menos, del montaje turístico, callecitas angostas, callecitas laberinto, cómo salgo de acá, turn around, this way, this way, me indican, me saludan, me corren media cuadra saludando. los colectivos no tienen ventanas, la calle huele a bananas fritas, se escucha el llamado de la mezquita, yo quiero ir a la sinagoga pero está cerrada, también el templo jain, mal día para salir a mirar, por suerte el palacio está abierto, qué lindos murales, más bici para mí, prefiero los colores de la calle, which country otra vez, photo, photo, se asoman por entre las rejas, se tapan la cara riendo, se esconden una detras de la otra, visten a la nena y la empujan fuera de la casa, mail, mail, anotan la dirección en un papel para que les mande. devuelvo la bici, vuelvo a las redes, el sol se despide de este día, que lindo es el atardecer en el mar aunque este no se ve nada, un chai antes de volver, el barco ahora está lleno de gente. más fotos, acá |
sábado, noviembre 28, 2009
kochi
viernes, noviembre 27, 2009
no voy en tren
quiero ir a ooty a tomar el tren miniatura que va entre las montañas. el camino desde mysore es una delicia: verde, verde, verde, pasa por dos o tres reservas naturales y trepa hasta los 2200 metros. james va en la ventanilla, yo pido permiso para sentarme en los escalones de la puerta del bondi y ahí viajo con una vista privilegiada. las montañas están tapizadas de plantas de té; cada tanto se ve un grupo de mujeres con bolsas en la espalda, cosechando.
ooty es chiquito y no hay gran cosa para ver, la gracia está en los alrededores y fundamentalmente en el tren. pero al llegar descubrimos que hace tres semanas hubo un deslizamiento de tierra y el trencito no funciona. el trayecto se puede hacer igual pero en bus, lo cual no es tan pintoresco pero sirve.
tenemos que ir a coimbatore (paso obligado en el camino a kochi, que es la próxima parada), pero como también la ruta está cortada, no hay bus directo. nos espera un viaje largo.
como a las dos de la tarde subimos al primero. desconocemos el destino final, pero sabemos que queda en el camino. en medio de la montaña el bondi se para, todos se bajan y el bus da la vuelta. los pasajeros caminan siguiendo la ruta y ahí está la causa: en vez de una ruta, sólo queda media. cuando la media ruta vuelve a ser ruta entera, hay otra terminal improvisada de buses; 5 minutos se convierten en más de media hora de espera para enganchar el que va directo a coimbatore. dos horas de viaje después, serpenteando entre montañas verdes de té, el bus se para. dicen algo, los pasajeros se bajan. nosotros sabemos que no es coimbatore, pero no qué pasa. el bus está roto, a esperar otro que vendrá lleno y quedan como 4 horas de recorrido. pasa uno y no hay lugar, pasa media hora y no pasa nada.
viene un bus a mettupalayam, que también está en el camino. lo tomamos? se va. el próximo será, mientras se hace de noche. parados en el bus, otras dos horas se pasan. la cara de james no es de felicidad, no. llegamos a mettupalayam, a buscar otro bus a coimbatore.
música al palo, bocinas alucinantes, el horno no está para bollos. otra hora, terminal de bus de coimbatore, queremos, ¿queremos? ir en tren a kochi, otro bus local a la estación, no hay pasajes en sleeper class, el último bus sale a las 10.30, son las 9.30, yo no quería ir en tren, el bus tarda 3 horas y no quiero llegar a la 1 am, no vamos a poder viajar ni sentados, no vamos a conseguir alojamiento tan tarde, entonces vos tomate el tren que yo me voy en bus.
me quedo en la estación de tren, me compro un boleto en clase común. y a las 6 de la mañana me despierto en kochi.
ooty es chiquito y no hay gran cosa para ver, la gracia está en los alrededores y fundamentalmente en el tren. pero al llegar descubrimos que hace tres semanas hubo un deslizamiento de tierra y el trencito no funciona. el trayecto se puede hacer igual pero en bus, lo cual no es tan pintoresco pero sirve.
tenemos que ir a coimbatore (paso obligado en el camino a kochi, que es la próxima parada), pero como también la ruta está cortada, no hay bus directo. nos espera un viaje largo.
como a las dos de la tarde subimos al primero. desconocemos el destino final, pero sabemos que queda en el camino. en medio de la montaña el bondi se para, todos se bajan y el bus da la vuelta. los pasajeros caminan siguiendo la ruta y ahí está la causa: en vez de una ruta, sólo queda media. cuando la media ruta vuelve a ser ruta entera, hay otra terminal improvisada de buses; 5 minutos se convierten en más de media hora de espera para enganchar el que va directo a coimbatore. dos horas de viaje después, serpenteando entre montañas verdes de té, el bus se para. dicen algo, los pasajeros se bajan. nosotros sabemos que no es coimbatore, pero no qué pasa. el bus está roto, a esperar otro que vendrá lleno y quedan como 4 horas de recorrido. pasa uno y no hay lugar, pasa media hora y no pasa nada.
viene un bus a mettupalayam, que también está en el camino. lo tomamos? se va. el próximo será, mientras se hace de noche. parados en el bus, otras dos horas se pasan. la cara de james no es de felicidad, no. llegamos a mettupalayam, a buscar otro bus a coimbatore.
música al palo, bocinas alucinantes, el horno no está para bollos. otra hora, terminal de bus de coimbatore, queremos, ¿queremos? ir en tren a kochi, otro bus local a la estación, no hay pasajes en sleeper class, el último bus sale a las 10.30, son las 9.30, yo no quería ir en tren, el bus tarda 3 horas y no quiero llegar a la 1 am, no vamos a poder viajar ni sentados, no vamos a conseguir alojamiento tan tarde, entonces vos tomate el tren que yo me voy en bus.
me quedo en la estación de tren, me compro un boleto en clase común. y a las 6 de la mañana me despierto en kochi.
miércoles, noviembre 25, 2009
cuento tibetano
y yo que creía que había estado casi en el tibet cuando fui a mc leod ganj!
no, señor. si el tibet queda en algún lado que no sea el tibet, queda en bylakuppe, en la región de kodagu, a dos horas de mysore, en karnataka.
cinco líneas en la lonely planet que me dejó jonathan (y en francés) me bastaron para decidirme. y james, un italiano (de madre irlandesa, de ahí el nombre) que conocí en un cs meeting en mysore se enganchó con la idea. jolene tenía que volver a goa para un curso de yoga, así que nos despedimos.
bajamos en la ruta, en un pueblo típicamente indio, pero un monje envuelto en la clásica manta bordó nos da la pauta de que estamos cerca; un rickshaw de 10 rupias nos lo confirma. a los 10 minutos llegamos a bylakuppe, una tierra que el gobierno indio cedió a los refugiados de tibet.
el tema es que como es casi territorio tibetano, para quedarse ahí hay que tener un permiso que te dan en delhi, muy práctico. nos pasan la data de que en el pueblo siguiente, sera jey, es posible zafar y allí vamos. tres kilómetros entre banderas de om mani padme ohm y montañas verdes festoneadas de templos dorados.
al llegar, un mundo bordó. un ejército de monjes ocupa las callecitas, hay monasterios y templos aquí y allá. casi no hay "civiles" ni tampoco mujeres. sólo monjes, muchos monjes budistas de todos los tamaños. los vemos jugando al fútbol, tomando té, cargando ollas en la calle, conectándose a internet, charlando en la esquina. las sonrisas son factor común.
al atardecer escuchamos ruidos raros, parece el relato de una pelea pro altoparlante y salimos a buscarla.
en el amplio atrio de uno de los templos, un mar de cabezas rapadas presencia algo que parece un debate. cuesta averiguar de que se trata: los 5 ó 6 que están de pie en medio de la marea bordó, gritan y se golpean las manos. casi como un aplauso, pero medio de costado.
de repente todos se paran, toman su almohadoncito (que todos cargan) y se van, pero no a dormir sino a otro templo, a practicar lo que han visto.
ya son como las 9 y en otro patio entonces, ahora de a pares, todos practican su aplauso. mi teoría es que es una especie de ejercicio argumentativo, donde uno trata de convencer al otro de que está errado y el otro tiene que buscar argumentos para mantener su postura y no flaquear en su fe (creo que leí eso en algún lado, pero no estoy segura). y mientras practican, se ríen también.
james me dice que no la pasan nada mal los tibetanos aquí. hasta que descubrimos que las mujeres no tienen permitido vivir en sera jey. ya bien lo decía el título de la novela mexicana: sin tetas, no hay paraíso.
no, señor. si el tibet queda en algún lado que no sea el tibet, queda en bylakuppe, en la región de kodagu, a dos horas de mysore, en karnataka.
cinco líneas en la lonely planet que me dejó jonathan (y en francés) me bastaron para decidirme. y james, un italiano (de madre irlandesa, de ahí el nombre) que conocí en un cs meeting en mysore se enganchó con la idea. jolene tenía que volver a goa para un curso de yoga, así que nos despedimos.
bajamos en la ruta, en un pueblo típicamente indio, pero un monje envuelto en la clásica manta bordó nos da la pauta de que estamos cerca; un rickshaw de 10 rupias nos lo confirma. a los 10 minutos llegamos a bylakuppe, una tierra que el gobierno indio cedió a los refugiados de tibet.
el tema es que como es casi territorio tibetano, para quedarse ahí hay que tener un permiso que te dan en delhi, muy práctico. nos pasan la data de que en el pueblo siguiente, sera jey, es posible zafar y allí vamos. tres kilómetros entre banderas de om mani padme ohm y montañas verdes festoneadas de templos dorados.
al llegar, un mundo bordó. un ejército de monjes ocupa las callecitas, hay monasterios y templos aquí y allá. casi no hay "civiles" ni tampoco mujeres. sólo monjes, muchos monjes budistas de todos los tamaños. los vemos jugando al fútbol, tomando té, cargando ollas en la calle, conectándose a internet, charlando en la esquina. las sonrisas son factor común.
al atardecer escuchamos ruidos raros, parece el relato de una pelea pro altoparlante y salimos a buscarla.
en el amplio atrio de uno de los templos, un mar de cabezas rapadas presencia algo que parece un debate. cuesta averiguar de que se trata: los 5 ó 6 que están de pie en medio de la marea bordó, gritan y se golpean las manos. casi como un aplauso, pero medio de costado.
de repente todos se paran, toman su almohadoncito (que todos cargan) y se van, pero no a dormir sino a otro templo, a practicar lo que han visto.
ya son como las 9 y en otro patio entonces, ahora de a pares, todos practican su aplauso. mi teoría es que es una especie de ejercicio argumentativo, donde uno trata de convencer al otro de que está errado y el otro tiene que buscar argumentos para mantener su postura y no flaquear en su fe (creo que leí eso en algún lado, pero no estoy segura). y mientras practican, se ríen también.
james me dice que no la pasan nada mal los tibetanos aquí. hasta que descubrimos que las mujeres no tienen permitido vivir en sera jey. ya bien lo decía el título de la novela mexicana: sin tetas, no hay paraíso.
martes, noviembre 24, 2009
rastafalsa!
el viento y la tierra del viaje hicieron lo suyo, y luego Jolene y yo, peine y paciencia en mano, tratamos de armar las rastas. pero mi pelo es tan rebelde que ni las rastas lo dominan! al 4 día de tener la cabeza como un nido de caranchos, decidí por mi bien y el de los demás, lavarme el pelo y fue el comienzo del fin. me lo tuve que peinar hasta desenredar el último nudo, así que no queda rastro de rastas... al menos por ahora.
jueves, noviembre 19, 2009
unplugged
hoy debería haber tomado mi vuelo de regreso a londres y comenzar otra aventura en europa, más justamente en andorra. pero lo inicerto de esa y lo cierto de ésta, hicieron que cambie (o intente cambiar, porque al final no sé que pasó, quizá hasta perdí mi vuelo) mi boleto para marzo.
las últimas semanas fueron un poco accidentadas, en varios sentidos. tengo la sensación de que estoy a destiempo, a deslugar (?). esto de no resolverse nada en baires me tiene la mente atada, pareciera que estoy caminando sobre una capa de hielo finita finita que en cualquier momento se puede quebrar. sé que hay opciones y que todavía tengo margen, que muchos amigos me ofrecieron ayuda inmediata y que al final todo se va a solucionar, pero no puedo evitar preocuparme. hoy decidí anotarme para un curso de meditación que dura 10 días y que trata justamente de eso: desconectar.
(literalmente voy a estar desconectada del 16 al 26 de diciembre, tomen nota).
las últimas semanas fueron un poco accidentadas, en varios sentidos. tengo la sensación de que estoy a destiempo, a deslugar (?). esto de no resolverse nada en baires me tiene la mente atada, pareciera que estoy caminando sobre una capa de hielo finita finita que en cualquier momento se puede quebrar. sé que hay opciones y que todavía tengo margen, que muchos amigos me ofrecieron ayuda inmediata y que al final todo se va a solucionar, pero no puedo evitar preocuparme. hoy decidí anotarme para un curso de meditación que dura 10 días y que trata justamente de eso: desconectar.
(literalmente voy a estar desconectada del 16 al 26 de diciembre, tomen nota).
no woman no cry
estoy pensando en cortarme el pelo corto, pero muy corto. asi que me hice rastas, como para probar que tal se siente. total, despues me lo voy a cortar.
el viento por la ventanilla del bus de hampi a mysore colaboro bastante. y en solo una mañana, me ofrecieron marihuana media docena de veces.
el viento por la ventanilla del bus de hampi a mysore colaboro bastante. y en solo una mañana, me ofrecieron marihuana media docena de veces.
domingo, noviembre 15, 2009
cambio de suerte
ayer pisé mierda, buscando unas pinturas rupestres en una cueva de hampi, al centro sur de india. casi que me alegré esperanzada en que mi suerte cambiaría, porque estos días estoy casi más con la cabeza en buenos aires que en india, pensando en no inquilina no banelco no plata. fui a internet, noticias de nada, quizá mañana.
hampi es una especie de tandil pero con palmeras y templos por donde quiera uno mirar. algunos están cerca y otros lejos, así que hoy alquilé una bici para ir a ver los segundos, bastante alta por cierto (la bici).
la agilidad no es un atributo que me caracterice, es sabido. apenas salí de hampi, una cuesta me obliga a parar en la mitad. y ahí, frenando, parando, no sé cómo, me caí con bici y todo rodando no por la ruta por la que venía, sino por la ladera que la bordea.
raspones y moretones varios son el souvenir de la primera caída en bici de mi vida adulta (supongo que de niña me habré dado varios palos), además de pantalón roto.
unos muchachos rescataron la bici y me ayudaron a trepar de vuelta a la ruta, aquí no ha pasado nada, a seguir. pedaleé, pedaleé, pedaleé hasta la ciudad real y me encontré con jolene, la canadiense que también estaba en bici con otros tres viajeros mas. pedaleamos juntos entonces, parando en templos y más templos. la lluvia comenzó a amenazar y el hambre a apretar, así que dejamos los templos y fuimos a otro pueblito cerca a buscar comida.
panza llena, la mayoría dijo no más templos y decidimos volver por otro camino que no estaba muy claro en el mapa. la lluvia se largó con todo. y pedaleando empapados, descubrimos lugares increíbles, bellísimos, de verdes brillantes y rocas amarillas y no importaba la lluvia ni la ropa chorreando ni los moretones.
ahora escribo esto y voy para el ciber a ver si hay novedades. confío en que mi suerte cambió.
hampi es una especie de tandil pero con palmeras y templos por donde quiera uno mirar. algunos están cerca y otros lejos, así que hoy alquilé una bici para ir a ver los segundos, bastante alta por cierto (la bici).
la agilidad no es un atributo que me caracterice, es sabido. apenas salí de hampi, una cuesta me obliga a parar en la mitad. y ahí, frenando, parando, no sé cómo, me caí con bici y todo rodando no por la ruta por la que venía, sino por la ladera que la bordea.
raspones y moretones varios son el souvenir de la primera caída en bici de mi vida adulta (supongo que de niña me habré dado varios palos), además de pantalón roto.
unos muchachos rescataron la bici y me ayudaron a trepar de vuelta a la ruta, aquí no ha pasado nada, a seguir. pedaleé, pedaleé, pedaleé hasta la ciudad real y me encontré con jolene, la canadiense que también estaba en bici con otros tres viajeros mas. pedaleamos juntos entonces, parando en templos y más templos. la lluvia comenzó a amenazar y el hambre a apretar, así que dejamos los templos y fuimos a otro pueblito cerca a buscar comida.
panza llena, la mayoría dijo no más templos y decidimos volver por otro camino que no estaba muy claro en el mapa. la lluvia se largó con todo. y pedaleando empapados, descubrimos lugares increíbles, bellísimos, de verdes brillantes y rocas amarillas y no importaba la lluvia ni la ropa chorreando ni los moretones.
ahora escribo esto y voy para el ciber a ver si hay novedades. confío en que mi suerte cambió.
jueves, noviembre 12, 2009
go goa go
si no fuera porque no hay gays (al menos visibles), goa es lo más parecido que ví a ibiza. casi no conozco brasil, pero algo me dice que se parece: mucha palmera, mucho verde y, por supuesto, la playa. pero goa tiene algo más.
cuando vine hacia acá, dije: voy a goa, suponiendo que goa era una especie de punta del este, una ciudad con edificios y mar. y resultó que no existe goa ciudad, sino el estado de goa, bastante minúsculo para los estándares indios, que es apenas más que un racimo de pintorescos pueblitos costeros heredados de la colonización portuguesa.
guía en mano, en el mismo tren decidí bajar antes de lo que indicaba mi boleto y enfilar para las playas del norte. y en el mismo tren conocí a una canadiense que, también confundida por la misma creencia y asombrada por el mismo descubrimiento,se sumó a la decisión.
fuimos entonces a chapora, que está a 1 kilómetro de vagator y a 3 de anjuna. coloridas casitas bajas con techo de tejas adornan las calles ondulantes y cada tanto una cruz (católica!!) se aparece por ahí. por lo demás, todo es verdor, calor, humedad, exhuberancia tropical, e inesperadamente para la época, llueve como la puta madre. hay muchos pájaros e infinitas mariposas, pero eso no es lo más raro de la fauna local, compuesta principalmente por freaks, tatuados, rastas y hippies (de los originales, de los 60) que vienen a beber como cosacos (y creánme que no es metafórico, la mayoría de los carteles en la calle estén en ruso), consumir drogas varias, alquilar motos y bailar trance. si señor: en la playa no hay nadie, pero a la noche, el bar estalla.
nosotras, que somos chicas de su casa y presupuesto exiguo, pasamos de la fiesta y, para mí, después de casi tres días pasados por agua, no hay modo de conectar con el lugar. mañana me voy a panaji.
cuando vine hacia acá, dije: voy a goa, suponiendo que goa era una especie de punta del este, una ciudad con edificios y mar. y resultó que no existe goa ciudad, sino el estado de goa, bastante minúsculo para los estándares indios, que es apenas más que un racimo de pintorescos pueblitos costeros heredados de la colonización portuguesa.
guía en mano, en el mismo tren decidí bajar antes de lo que indicaba mi boleto y enfilar para las playas del norte. y en el mismo tren conocí a una canadiense que, también confundida por la misma creencia y asombrada por el mismo descubrimiento,se sumó a la decisión.
fuimos entonces a chapora, que está a 1 kilómetro de vagator y a 3 de anjuna. coloridas casitas bajas con techo de tejas adornan las calles ondulantes y cada tanto una cruz (católica!!) se aparece por ahí. por lo demás, todo es verdor, calor, humedad, exhuberancia tropical, e inesperadamente para la época, llueve como la puta madre. hay muchos pájaros e infinitas mariposas, pero eso no es lo más raro de la fauna local, compuesta principalmente por freaks, tatuados, rastas y hippies (de los originales, de los 60) que vienen a beber como cosacos (y creánme que no es metafórico, la mayoría de los carteles en la calle estén en ruso), consumir drogas varias, alquilar motos y bailar trance. si señor: en la playa no hay nadie, pero a la noche, el bar estalla.
nosotras, que somos chicas de su casa y presupuesto exiguo, pasamos de la fiesta y, para mí, después de casi tres días pasados por agua, no hay modo de conectar con el lugar. mañana me voy a panaji.
martes, noviembre 10, 2009
fui a amritsar y ví un templo de oro.
fui a mc leod ganj y ví un templo budista.
fui a triund y ví un templo de nieve.
fui a shimla y ví un templo de monos.
fui a chandigarh y ví un templo a la modernidad.
fui a agra y ví un templo al amor.
fui a orccha y ví no un templo, sino muchos, derruidos entre el verdor.
fui a mumbai y ví varios templos, pero perdidos entre un montón de gente y edificios y cosas.
ahora estoy en chapola, goa. y tras casi un mes sin llover, justo cuando llego a la playa, diluvia.
quizás debería haber rezado...
(si quieren ver lo que ví, hagan click acá)
fui a mc leod ganj y ví un templo budista.
fui a triund y ví un templo de nieve.
fui a shimla y ví un templo de monos.
fui a chandigarh y ví un templo a la modernidad.
fui a agra y ví un templo al amor.
fui a orccha y ví no un templo, sino muchos, derruidos entre el verdor.
fui a mumbai y ví varios templos, pero perdidos entre un montón de gente y edificios y cosas.
ahora estoy en chapola, goa. y tras casi un mes sin llover, justo cuando llego a la playa, diluvia.
quizás debería haber rezado...
(si quieren ver lo que ví, hagan click acá)
yo te sigo adonde vas
miércoles, noviembre 04, 2009
lo que hay que ver en agra
llegamos tempranísimo a agra, como a las 3 y media de la mañana. qué hacer es la cuestión, el taj mahal abre a las 8, venimos en bus en bus desde las 4 de la tarde y tenemos sueño. claro que ir a un hotel ahora es un desperdicio, si tenemos la suerte de que esté abierto tenemos que pagar para hacer el check out a las 9 am y ni siquiera tenemos muy en claro en que parte de la ciudad estamos.
así que matamos el tiempo a chai y biri*, hasta que despeje el día o nuestras ideas. vamos por el segundo o tercer chai, se acercan buitres varios hasta que justo al lado nuestro se estaciona un rickshaw lleno de diarios y se baja un pibe de unos 20 que pregunta si precisamos algo. lo miramos mapa en mano y preguntamos donde estamos. nos indica más o menos, nos explica, nos ubica. charlamos un rato de agra, de que hacemos ahí, de que él estudia y tiene 3 hermanos varones, del reparto de diarios y de hoteles, y el pibe tira como al pasar que podemos ir a su casa hasta que se haga la hora de ir al taj mahal. si yo estuviera sola ni se me ocurriría ir, pero jonathan conserva intacta su confianza en la humanidad y dice vamos. así que cargamos las mochilas en el rickshaw y con los pies sobre las pilas de diario nos vamos a la casa de este chico que se llama algo como sacrir.
apenas está aclarando cuando llegamos a un portón grande. antes era una escuela, dice. cruzamos una quinta bien cuidada para llegar a una galería amplia donde convergen varias puertas, nuestro amigo se saca las ojotas y entra en la última, mientras nosotros esperamos afuera.
sale una mujer de la casa y se pone a limpiar una de las ollas que duermen en la galería. sacrir nos llama desde adentro: despertó a toda la familia para recibirnos a las 4 am. abuelo, tío y hermanos se restriegan la cara, adormilados y acomodados todos en dos camastros. hay una cama matrimonial también, pero esta vacía; un anafe en el piso y una tele.
la madre entra con la olla limpia y prepara chai. nosotros nos queremos matar por semejante recibimiento. tomamos una taza y nos ofrecen la cama grande que está libre. no sin culpa nos acostamos a dormir. entre sueños, lo veo a nuestro amigo durmiendo en el suelo.
a las 7 algo suena el despertador, ahora todo el mundo está despierto y la madre otra vez sentada en el piso frente al anafe prepara chai y tostadas.
desayunamos, todos nos acompañan a la puerta como si fuéramos celebredidades, nos sacamos fotos, nos subimos otra vez al rickshaw con las mochilas, esta vez sin diarios y nos lleva casi de regreso a donde estábamos, para que podamos ir a ver el taj mahal, que es lo que vinimos a ver acá. sin embargo, tengo la sensación de que ya vimos lo más importante.
*cigarrillo también conocido como el malboro indio, hecho a mano con hojas de tabaco.
así que matamos el tiempo a chai y biri*, hasta que despeje el día o nuestras ideas. vamos por el segundo o tercer chai, se acercan buitres varios hasta que justo al lado nuestro se estaciona un rickshaw lleno de diarios y se baja un pibe de unos 20 que pregunta si precisamos algo. lo miramos mapa en mano y preguntamos donde estamos. nos indica más o menos, nos explica, nos ubica. charlamos un rato de agra, de que hacemos ahí, de que él estudia y tiene 3 hermanos varones, del reparto de diarios y de hoteles, y el pibe tira como al pasar que podemos ir a su casa hasta que se haga la hora de ir al taj mahal. si yo estuviera sola ni se me ocurriría ir, pero jonathan conserva intacta su confianza en la humanidad y dice vamos. así que cargamos las mochilas en el rickshaw y con los pies sobre las pilas de diario nos vamos a la casa de este chico que se llama algo como sacrir.
apenas está aclarando cuando llegamos a un portón grande. antes era una escuela, dice. cruzamos una quinta bien cuidada para llegar a una galería amplia donde convergen varias puertas, nuestro amigo se saca las ojotas y entra en la última, mientras nosotros esperamos afuera.
sale una mujer de la casa y se pone a limpiar una de las ollas que duermen en la galería. sacrir nos llama desde adentro: despertó a toda la familia para recibirnos a las 4 am. abuelo, tío y hermanos se restriegan la cara, adormilados y acomodados todos en dos camastros. hay una cama matrimonial también, pero esta vacía; un anafe en el piso y una tele.
la madre entra con la olla limpia y prepara chai. nosotros nos queremos matar por semejante recibimiento. tomamos una taza y nos ofrecen la cama grande que está libre. no sin culpa nos acostamos a dormir. entre sueños, lo veo a nuestro amigo durmiendo en el suelo.
a las 7 algo suena el despertador, ahora todo el mundo está despierto y la madre otra vez sentada en el piso frente al anafe prepara chai y tostadas.
desayunamos, todos nos acompañan a la puerta como si fuéramos celebredidades, nos sacamos fotos, nos subimos otra vez al rickshaw con las mochilas, esta vez sin diarios y nos lleva casi de regreso a donde estábamos, para que podamos ir a ver el taj mahal, que es lo que vinimos a ver acá. sin embargo, tengo la sensación de que ya vimos lo más importante.
*cigarrillo también conocido como el malboro indio, hecho a mano con hojas de tabaco.
domingo, noviembre 01, 2009
qué tren qué tren
dos minutos antes de que salga el tren, nos subimos corriendo con las mochilas. ya no hay lugares libres en este trencito que parece de juguete y que va de shimla a kalka en medio de las montañas. acomodamos los bártulos, quizá alguien se baja, aunque ya los asientos están superpoblados: nueve o diez donde debiera haber seis, cinco donde debieran caber tres. yo me consigo un huequito para asomar la cabeza por la puerta y el paisaje es delicioso: capas y capas de verdes profundos. al final consigo sentarme en el estribo y las montañas me inundan la vista. más de cien túneles cruzan la vía en 6 horas de recorrido. uno de los túneles es finito y, aún a través del pantalón, me pela la rodilla. otra herida de guerra. las estaciones son primorosas, pero nadie baja. entre los bolsos, los pies y los sentados en él, casi no queda espacio libre en el piso; hasta los asientos parecen estirarse conteniendo más y más gente. empieza refrescar, jonathan toma mi lugar y yo me siento detrás, sobre mi mochila. el sol se desliza por las vías junto con nosotros. atardecer en movimiento. más fotos, acá |
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