me invitaron a un casamiento musulman en un pueblo y allí fui.
los casamientos en india no son como en el resto del mundo, claro: el novio no conoce a la novia, no sabe siquiera su nombre. sin embargo hacen una fiesta que dura varios días y con muchos invitados, entonces para ahorrar, hacen varios a la vez.
esta vez eran cuatro las parejas, cuatro hermanos (dos mujeres y dos varones), casándose con otros cuatro hermanos. uno de los ocho hermanos a casarse trabaja en un hotel donde me estuve quedando y me invitó.
llegué como a las 6 pm, con una francesa y dos indios no locales que se fueron al caer la noche. más temprano había ido jonathan, un francés couchsurfer que está por acá hace 15 días y que, como yo, tenía pensado quedarse hasta el fin de fiesta, dos días después. el novio nos habia nombrado fotografos oficiales del evento.
para los casorios, arman una especie de carpa gigante con piso de tela y cocinan toneladas de tres cosas: halua (una especie de cus cus dulce), kir (arroz con leche) y mutton (cabrito), además de infinitos chapatis.
a medida que van llegando los invitados, se sientan en el piso de la carpa y alguien les alcanza un plato. varios hombres llevan baldes con la comida y reponen a gusto del comensal. a un costado, unos tambores con agua sirven tanto para beber como para lavarse las manos al terminar. a veces los invitados vienen de pueblos alejados, así que se quedan todos a dormir. para eso, desde las cuatro de la tarde empiezan a sacar de las casas una especie de camastros, una estructura de metal con una cinta entrelazada, y muchas muchas mantas de muchos muchos colores y los van repartiendo por entre las casas. digo entre las casas y no en las casas, porque duermen a la intemperie. no hay calles, pero si hubieran, las camas estarían ahí. los que saben del asunto, se sientan a charlar en su cama asignada, entre las casitas de adobe y piedra, florecen las camas, y sobre ellas reposan muchos señores con turbante.
sí, sí, señores. porque las damas brillan por su ausencia.
las mujeres están en otro lado. un ejército de ellas cocina chapatis, alineadas cada una con un brasero. me desafían a hacer uno y tras mi entrenamiento en el desierto, salgo airosa de la prueba.
al anochecer, es el momento del mendhi (henna): todas las manos embadurnadas de una pasta marrón que al secarse dejará las pieles rojas. yo tenía henna en conitos, más prácticos para hacer dibujitos; al segundo tenía una bandada de manos revoloteando a mi alrededor reclamando diseños.
novatos en el asunto, jonathan y yo llegamos tarde al reparto de camas, pero nos dieron unas mantas para poner sobre el tanque de agua. nos acomodamos a nuestras anchas hasta que comenzó a caer gente. terminamos durmiendo como 7 apiñaditos uno al lado del otro.
durante la noche, los hombres seguían cocinando los 3 platos obligatorios en unos recipientes enormes. pedazos de cabrito, patas, piel, huesos cubrían el piso.
a las 5 am nos despertamos (nos despertaron) para sacar fotos a los novios (los dos varones de la familia que nos invitó), ataviados con un turbante que llevaba una especie de flecos largo hechos con caracoles que les cubrían la cara, bastón y pañoleta, todo con colores y cascabeles. y los acompañamos a dar una vuelta al pueblo en camioneta, un ritual para la buena suerte. despues de la vuelta, paramos en una casa que según parece era la de la otra familia: de los otros dos novios y de las dos novias. sacamos más fotos entonces, a estos dos novios ataviados tambien con turbante y bastón y toda la cosa. un grupo de mujeres cantaba.
después de eso, los dos novios con los que íbamos entraron en la casa de al lado y se sentaron a esperar, vaya uno a saber qué. nosotros fuimos a buscar un té para combatir el fresco de la madrugada, y ya desde esa hora nos ofrecieron cabrito otra vez. otra vez, el desfile de invitados en la carpa y, en un rincón cercano, un grupo de hombres blandiendo billetes. según parece, si hoy ponés 500 rupias para este casamiento, cuando sea el turno de tus hijos esta familia deberá poner el doble. por consiguiente, todos aportan y reciben a cambio una manta a modo de souvenir.
sin embargo, de los novios ni noticia, así que pasadas las 10 volvimos a buscar a nuestro amigo. un montón de muchachos los rodeaban y alguien alcanzó un plato de bronce con una pasta dulce, hecha de chapatis aplastados con manteca y semillas de anís. todos comimos de ahí.
al rato, nuestro amigo y su hermano se ponen de pie y van a la casa contigua. hay un remolino de mujeres aunque ninguna parece la novia. todas forman una ronda apretada alrededor de los novios (los dos hermanos que venimos siguiendo desde el principio) y una mujer mayor hace una especie de bendición.
acto seguido, los dos pibes se dan la media vuelta y vuelven a la casa vecina, con el cortejo masculino detrás, otra vez a sentarse como antes.
el mediodía se acerca, volvemos a la carpa grande, más invitados llegan, más platos desfilan, más plata, más mantas. y nosotros seguimos esperando la boda, el evento, la ceremonia, la novia, algo, pero de eso nada. de pronto alguien nos dice: van a jaisalmer? aprovechen ahora para ir con tal... pero cómo, el casamiento no termina mañana? donde está la fiesta, la novia, el encuentro? ah, no se encuentran? no en público? no hay ceremonia? o sea que no la vamos a ver? qué clase de albúm de casamiento vamos a armar si la novia no está en ni una sola foto? nos volvimos con las ganas.
qué de quién el funeral? de la ilusión, claro!
lunes, octubre 26, 2009
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