bueeeno.
ya sé que no debiera haber ido, porque todavía estoy recuperándome-y-lo-peor-es-la-recaída.
pero pintó camping este finde y me fui. estuvimos en zárate, en el camping las tejas.
fui con la intención de regresar el mismo sábado, pero el sol, los amigos, la playita sobre el paraná, el bosque burtoniano y el calor inesperado, lo pusieron muy díficil para regresar y (tal como la vez anterior), dije que iba por un día (y llevé cosas para ir por un día) y me terminé quedando. y no me arrepentí.
hubo momentos divertidísimos, con bolsas de dormir-bicho-canastiles, cambios de carpa, frisbee... otros, entrañables, de muchos abrazos y cariño y canciones. y otros tremendamente glotones, con tres asados uno-mejor-que-el-otro.
pero también hubo momentos muy raros, donde sentí que estabamos como fuera de tiempo, en una dimensión extraña.
había una playa de arena fina, donde nos sentamos bajo el sol y bajo la luna, a mirar los barcos pasar. por la noche, vimos bailar las luces del puente sobre la superficie negra y lisa del agua, saludando levemente el paso de cada nave.
había aves, muchas: patos, gansos, gallos, gallinas y hasta pavos reales. y también caballos, perros, gatos y hasta tigres (aunque no puedo dar fe de esto último).
había un bosque increíble y desnudo.
ramas y ramas que apuntaban al cielo, señalando las nubes con dibujos extraños.
ramas y ramas, petrificadas en su ondular hacia el río.
aquí y allá, bichos canastos hacían las veces de frutos invernales.
creo que soñé despierta con mariposas de fuego brotando como flores de esas ramas dormidas.
había un barco encallado, que hacía las veces de hotel. entramos a explorarlo de noche, como polizones. no era nada del otro mundo, pero había algo extrañamente fascinante. como estar dentro de un cuento. me dejé perder por los pasillos largos, tapizadas las paredes por nada menos que 200 puertas, de otros tantos camarotes. escaleras arriba, escaleras abajo, cubiertas y sobrecubiertas, salones, máquinas, una pileta, una discoteca, pasillos y más pasillos.
la noche estaba blanca de nubes bajas y el barco entre los árboles. quieto.
estábamos sentados en la proa, mirando hacia adelante. en la proa de un barco que no se movería, rodeado de árboles. y en lo alto de los árboles, pavos, gallinas, gallos. y bichos canasto.
y fue ahí cuando descubrí la respuesta al eterno dilema del huevo y la gallina. las aves, primero, salen de los bichos canasto.
lunes, julio 07, 2008
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3 aportes al desconcierto general.:
Me apena muchísimo el saber que a los bichos canasto los consideran una plaga, cuando realmente son seres mágicos.
Tus crónicas de viaje son siempre tan tan tan hermosas!!!!
Estube por ahi en marzo, pero no vi a los canastas, debe ser porque estaba muy borracho todo el tiempo.
besos!!!
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