otra vez fui a rosario, y ya hace de esto muchos días, pero entre el cacerolazo, la marcha y el resfrío no tuve tiempo de contarlo.
esta vez la ocasión ameritante fue la inaguración del monumento al che, la invasión couchsurfer y el fin de semana largo, pero francamente, para mí cualquier excusa es buena.
no me pregunten porqué, pero yo llego a rosario e inmediatamente estoy feliz.
mi padre dice que es por la novedad, porque no vivo ahí. la verdad es que no vivo en un montón de otros lados y no todos me producen el mismo efecto de sonrisa instántanea que me causa esta ciudad tan verde y tan amigable.
he ido sola, con unas pocas amigas y con muchos amigos. siempre la he pasado bien.
el sábado hacía un frío de la recontrahostia y éramos como 60. me perdí y me encontré unas varias veces con la troupe variopinta de rosarinos, santafesinos, cordobeses y porteños, anque alemanes, españoles, hondureños y hasta griegos que pululaban felizmente por ahí. debo confesar que nos costó prestar atención al acto.
el domingo ya quedábamos muchos menos. la idea era regresar al mediodía, pero el sol era una invitación insoslayable. así que me quedé con los que se quedaron, y fuimos a caminar por la costanera, para terminar lagrimeando en el recital, con león cantando 5 siglos igual y saltando con el fantasma de canterville.
el lunes ya no quedaba casi nadie, y me dediqué a caminar la ciudad en solitario, como la primera vez que la visité. y a volver a enamorarme de ella.
sábado, julio 05, 2008
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