es de noche y voy en la bici. "de noche las bicis van más rápido", me dijo una vez paula y tiene razón: decidida, me deslizo veloz en las calles desconocidamente desiertas.
llego a un edificio enorme y antiguo, custodiado por un laberinto de gente. todos son jóvenes y hermosos, y por alguna razón inexplicable, me resultan distintos e iguales al mismo tiempo. dejo la bici, y sin preguntar, me uno como hipnotizada a la serpiente humana que repta sin prisa hacia la puerta.
entramos a un salón como de cuento, inundado de música. una luz apenas azul sostiene el alto techo blanco por sobre la preciosa marquetería de las paredes.
tengo la sensación de estar buscando algo o alguien, sin éxito. no termino de entender que sucede. hay gente sentada en el piso y, más atrás, gente parada. miran atentamente una pantalla de donde pareciera salir la música. de pronto alguien se da vuelta y dice algo que no alcanzo a escuchar. sin embargo, está claro: por qué estamos mirando la pantalla? la música no sale de ahí! detrás, detrás del artificio plano e insensible, está la fuente de ese sonido atrapante.
inesperadamente, todos se ponen de pie y avanzan. abren los biombos blancos que ocultan el tesoro. hay empujones, forcejeos, desconcierto. pero ahí están, al descubierto. ahí están los músicos, tocando, encantando, maravillando. como fieras ante la música, el rumor de la gente se aquieta.
encuentro un lugar para mi, delante de una columna. y escucho. es esa canción. cierro los ojos. cada nota me perfora -la gota dulce y persistente que horada la piedra-. mi corazón se acelera. los ojos se me inundan súbitamente. y entonces me doy cuenta del secreto. cada vez que cruza el arco sobre las cuerdas del violín, me está tocando el alma.
no me hace falta ver, pero siento la necesidad de descalzarme. percibo la vibración de cada arpegio, violentamente, suavemente, infinitamente. imposible sustraerse. el sonido es caricia, es tortura, es pulsión, es tentación. ensueño.
la música se acaba. salgo con la marea, busco la bici y emprendo el camino a casa. el frío inesperado de la noche no alcanza a despertarme.
(ayer fui a ver a yann tiersen)
lunes, abril 09, 2007
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1 aportes al desconcierto general.:
te endrogaste en música !
que bueno
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