treinta y cinco. uff. suena a mucho. la mitad de la vida, ponele, me agarra en kaili, una ciudad húmeda y gris al sur de la china, donde no hay absolutamente nada interesante (para mí) excepto una gente maravillosa que la vida china me hizo cruzar: lucía, una uruguaya que conocí hace casi un año junto con dave, su novio irlandés, y silvia, una tana que en beijing fue mi compañera de casa por dos semanas y se convirtió en imprescindible, y ahora que decidió emprender viaje por la china, fijó su primera parada en la que será la última mía antes de volver a la capital.
el cumple arrancó con la comprobación de que a pesar de los treinta y cinco abriles no amanecí con arrugas, y tuvo torta con dulce de leche conaprole que lucía me trajo de su pasada vacacional por la república oriental que no es china y mate amargo, que -la mina es charrúa de ley- es parte de su rutina cotidiana en kaili. silvia se vino cargando un vinito de la gran ciudad, porque acá no hay lujos westerns y le tocó hacerse cargo de los platos tras los ñoquis caseros que cociné yo.
una vez más compruebo que la gente hace los lugares. pero también pienso que ya sé de lugares con alta densidad de esa gente que quiero, y aún así no voy. por ahora.
voy de un modo errático y ciertamente lleno de dudas. voy a lo desconocido, quizás buscando lo conocido. voy a veces a los tumbos y a veces como en un tobogán. voy como un barco a la deriva, como una hoja suelta en el viento, como ciega, como iluminada, con destino fijado o sin la menor idea. tenía razon el nano cuando decía que se hace camino al andar. sin dirección es imposible perderse y la incertidumbre del futuro me asusta, pero más me asustaría saber que todo esta planeado y prefijado para mí.
nunca jamás en la vida pensé que algún día estaría en china. tampoco nunca me lo propuse. en el fondo creo que no me propongo nada. a veces me pregunto si debiera estar haciendo algo determinado en algún lugar en particular. aunque reniegue, me pesan un poco los mandatos sociales de carrera-familia-estabilidad y el reloj biológico me suena más a bomba que a reloj, pero por lo pronto la vida nómade me puede más. de lo único que estoy segura es de que nada es permanente. voy. soy.
si miro hacia atrás, veo muchos kilómetros recorridos, muchos aprendizajes -quizás nunca suficientes- y felizmente, mucha gente que ha dejado su huella en mí.
si miro hacia adelante, no sé que veo. tendré que ir a averiguar.
el cumple arrancó con la comprobación de que a pesar de los treinta y cinco abriles no amanecí con arrugas, y tuvo torta con dulce de leche conaprole que lucía me trajo de su pasada vacacional por la república oriental que no es china y mate amargo, que -la mina es charrúa de ley- es parte de su rutina cotidiana en kaili. silvia se vino cargando un vinito de la gran ciudad, porque acá no hay lujos westerns y le tocó hacerse cargo de los platos tras los ñoquis caseros que cociné yo.
una vez más compruebo que la gente hace los lugares. pero también pienso que ya sé de lugares con alta densidad de esa gente que quiero, y aún así no voy. por ahora.
voy de un modo errático y ciertamente lleno de dudas. voy a lo desconocido, quizás buscando lo conocido. voy a veces a los tumbos y a veces como en un tobogán. voy como un barco a la deriva, como una hoja suelta en el viento, como ciega, como iluminada, con destino fijado o sin la menor idea. tenía razon el nano cuando decía que se hace camino al andar. sin dirección es imposible perderse y la incertidumbre del futuro me asusta, pero más me asustaría saber que todo esta planeado y prefijado para mí.
nunca jamás en la vida pensé que algún día estaría en china. tampoco nunca me lo propuse. en el fondo creo que no me propongo nada. a veces me pregunto si debiera estar haciendo algo determinado en algún lugar en particular. aunque reniegue, me pesan un poco los mandatos sociales de carrera-familia-estabilidad y el reloj biológico me suena más a bomba que a reloj, pero por lo pronto la vida nómade me puede más. de lo único que estoy segura es de que nada es permanente. voy. soy.
si miro hacia atrás, veo muchos kilómetros recorridos, muchos aprendizajes -quizás nunca suficientes- y felizmente, mucha gente que ha dejado su huella en mí.
si miro hacia adelante, no sé que veo. tendré que ir a averiguar.
2 aportes al desconcierto general.:
Me encanto, segui disfrutando de tu vida y de toda esa gente maravillosa que comparte tu ruta. Leerte hace de esta vida cotidiana y a veces aburrida un vuelo a la imaginacion y a la libertad de espitu. Felices 35 y en algun momento nos volveremos a encontrar.
Fernando F.
Happy verdes 35!
Contradictate forever!
Sigue así! (No te vas a defraudar...)
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