sukhothai es la versión thai de hampi. una ciudad pequeña y amigable que hace muchos muchos años fue capital del imperio siamés, muchos pero muchos templos en ruinas en los alrededores, caseríos salpicados entre el verde. uf, que falta que me hacía un respiro de tanto cemento. cómo no me dí cuenta antes?
alquilo una bici, pedaleo por rutas impecables y desiertas. a los lados del camino, árboles, bosques, campos de arroz, casas de teca suspendidas sobre columnas, templos en ruinas. sawat dee kaa, saludo. la gente sonríe y yo sonrío también. un tema, éste de las sonrisas. tailandia es conocida como la tierra de las sonrisas, pero poco de eso había encontrado en la amargura de fin-de-fiesta de ko phagnan y la superficialidad cementicia de bangkok. "las tailandesas son sonrisas falsas" me dijo alguien, "sonríen por reflejo, pero no lo sienten". no me parece mal sonreír por reflejo, casi que yo también lo hago. pero lo de la falsedad... bueh, habrá que ver con que vara se juzga eso, pero si me dicen que sonríen porque quieren dinero, les digo que en ko phagnan ni se molestaban en fingir. no creo que estos que me sonríen por acá quieran dinero. es un vínculo demasiado fugaz el de uno que pasa en bici y otro que está en la calle, un encuentro efímero.
vuelvo de la pedaleada cansada y contenta, me cruzo con una pareja de españoles encantadores y luego con una chilena copada, vamos a cenar los tres al mercado, que gusto hablar en castellano, con la charla atraemos a tres mejicanos que están haciendo tiempo para que salga su bus, seis hispanoparlantes en la avenida principal de sukhothai.
a la mañana siguiente pongo el despertador, a ver si puedo esquivar el calor por unas horas y compensar con una siesta cuando el sol se pone inaguantable. a las 7 me hago la que no escucha, a las 8 me levanto tan dormida que la ducha no me despierta. no encuentro la llave del candado de la bici. repito el camino de la noche anterior, aprovecho para comprar unas frutas extrañas para desayunar. de la llave ni noticias. vuelvo a la habitación, reviso todo, estoy tan ofuscada que me acuesto a dormir otra vez.
son casi las 3 cuando me animo a salir. todavía me queda mucho para recorrer, tengo que encontrar una solución. reviso el candado nuevamente, la cadena es finita y de eslabones. simple: me voy a tener que autorobar. salgo a la calle, hay un negocio de reparación de no se qué, una pinza y un alicate me hacen señas desde el mostrador. se los pido, no, por favor, no, cinco minutos por favor, no, le dejo mi cédula de identidad como garantía, 5 minutos, ok.
me voy con las armas escondidas en actitud harto sospechosa, me llevo la bici fuera de la vista de la recepción del hotel y me siento a trabajar. 5 minutos, abro un eslabón de la cadena y listo.
devuelvo las herramientas evitando aparcar la bici en la puerta para que no sea tan obvio lo sucedido, kornkupkaa, gracias very much, me voy a pedalear entre budhas y árboles y templos flotantes.
antes de devolver la bici, compro un candado nuevo, lo engancho prolijamente y entrego la bici con una sonrisa. aquí no ha pasado nada.
viernes, mayo 14, 2010
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5 aportes al desconcierto general.:
Me comentan que alguien vio a un conejo corriendo con una llave en la mano...
Parece ser que pensaba utilizar la llave en reemplazo de una pieza de su reloj, destruído por el Sombrerero Loco. Era un regalo de No Cumpleaños, y eso lo excusa...
en sukhothai hay muchos gatos siameses? debe ser re lindo!
anónimo, ud está en locierto. esto de viajar con un conejo tiene sus bemoles.
ron, todo tailandia ES siam; el nombre cambió oficialmente recién en 1939!
como los lavarropas... poderoso el chiquitin (?)
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