llego tarde, siempre llego tarde, eso no es novedad. tras taman negara, tomé un bus, luego un tren, luego otro bus, crucé la frontera malayo-tailandesa, luego una moto-taxi, una minivan, otro bus, un saeng-taw (como una camioneta taxi típica tailandesa), un bote y otro saeng-taw para llegar, cuarenta horas después -pero no 40 horas tarde, eh!- a la full moon party, la fiesta más famosa de tailandia, en una isla llamada ko phagnan, cuando la luna ya se había ido. y aunque tarde, fui igual, a ver los despojos de la diversión. 7 am quedan en la playa unos cuantos, los ojos perdidos en vaya uno a saber qué universo, los cuerpos pintados con pintura fosforescente, las botellas desperdigadas en la arena, las peleas clásicas de borrachos, montones de ojotas huérfanas abandonadas a su suerte. no conecto con la fiesta, está claro que carezco de las toneladas de alcohol que los danzarines acusan. y el mar está ahí, ahí. me meto al agua. sumerjo la cabeza, nado pacíficamente en el silencio líquido. apenas mis orejas asoman a la superficie, el punchi punchi violento que ataca desde los parlantes destroza la calma turquesa. casi me alegra no haber llegado a tiempo. más fotos, acá. |
viernes, abril 30, 2010
ay, qué buena está la fiesta, mamá
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martes, abril 27, 2010
cambio de escenario
lunes a la mañana: edificios altísimos, rascacielos espejados, shopping mall, autos lujosos, tacos aguja. una ferrari estacionada en la puerta desde la noche anterior, nubes ancladas entre las puntas de las torres. subo a un bus, subo a otro. los edificios se diluyen a través de la ventana, se funden en un verde voluminoso, profundo, ondulado. lunes a la tarde, llego a la que, dicen, es la selva más antigua del mundo: el parque nacional taman negara, al norte de malasia. no me alcanza el cuello para mirar estos árboles tan altos. camino entre senderos barrosos, subidas y bajadas tapizadas de hojas secas, ahora mojadas por la lluvia intermitente. resbalo (una vez sola, y más que justificada ante mi equipamiento de última -y no justamente de última generación: ojotas!). hay flores nocturnas, hongos diurnos, y un concierto constante de conversaciones indescifrables. extraña noción de silencio, la de la selva, los sonidos crecen como una marea, se encienden todos juntos los grillos de la noche, sube su canción como una ola, algo que pareciera ser un pájaro rompe el colchón de cricris, otro responde a lo lejos, cae una hoja gigante y crea una lluvia a su paso. quisiera quedarme a dormir ahí, en uno de los refugios instalados para ver la fauna nocturna, pero nadie más lo hará y, confieso, me da miedo. esta mañana persigo mariposas, escapo de mosquitos, sangro por culpa de una sanguijuela. camino casi en el aire, 20, quizás 25 metros sobre la tierra,y aún así, tan alto, no veo más allá del verde apretado. me fundo en la humedad tropical, me confundo también (es que el calor me atonta). a la tarde, otra vez el bus, otra vez los autos. mañana, quizás mañana, llegue a la playa. más fotos, acá. |
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martes, abril 20, 2010
las dos torres
nos fuimos de ko lipe 5 días después. costó dejarla, tan difícil de opacar. llegamos a hat yai casi a las 6 pm, otra hat yai, sin la parafernalia acuosa y festiva de la visita previa. germán parte para el norte y yo todavía no decidí pero malasia está tan cerca que... -a qué hora hay bus para kuala lumpur? -a las 7. no sé. voy a dar una vuelta mochila al hombro. este viaje es tan improvisado que casi no puedo improvisar, porque ni siquiera conozco los nombres de las ciudades. tomo un café frío, compro algo para la cena, vuelvo. diez minutos para las 7, véndame un boleto que me voy. el bus era de los que hacía mucho no veía: aire acondicionado, dos pisos, tres hileras de asientos, una maravilla. aún está oscuro cuando descubro en el horizonte negro dos siluetas gigantescas: las torres petronas,diseñadas por el arquitecto argentino césar pelli y símbolo de la ciudad, se recortan en la niebla, encendidas como dos arbolitos de navidad descomunales. llegamos a kuala lumpur. paramos en un lugar que no es una terminal sino más bien un estacionamiento. no tengo mapa, ni lonely planet, ni idea de donde estoy. la única turista que reconozco es una italiana que ya se está subiendo a un taxi, le pregunto a donde va, si conoce algún hotel. responde que no conoce nada tampoco, va a casa de una amiga, que vaya también, que quizás me pueda quedar también ahí. me subo, viajamos, pago la mitad del taxi que no es barato, llegamos a un barrio residencial, una especie de country pero en vez de casas hay edificios, todo muy bonito. sale la amiga, no hay lugar, sorry, sorry, good night. de pronto estoy sola en un estacionamiento en algún lugar de kuala lumpur a las 5 de la mañana y sin un miserable ringitt (la moneda local). bueno, sola no. está el señor de seguridad. me siento en un cordón, saco la netbook, hay wifi, abro mi casilla después de casi una semana, 388 mails sin leer. llueve despacio y aún no amanece, el señor de seguridad me acerca una silla que ubica debajo del techo. me resguardo del agua, aviso que estoy viva, mando algunos couch requests y me quedo sin batería. los pájaros anuncian el fin de la noche, ya algunos autos empiezan a asomar las trompas encendidas. me despido del señor, me indica dónde ir. camino hasta el fin de la calle, llego a una avenida, un chico espera en la esquina. le pregunto como puedo ir al centro, en verdad no tengo idea adonde ir tampoco, pero al menos en el centro debe haber una oficina de turismo, un cajero, un enchufe, un hotel. responde en perfecto inglés que va a tomar un taxi a la estación de tren, y sugiere que haga lo mismo. me subo al taxi, le cuento que estoy viajando hace ya 10 meses, que llegué muy temprano y que no tengo un centavo. cuando bajamos me ofrece 5 ringitts (apenas más de 5 pesos). agradezco enternecida, no preciso dinero ajeno sino un cajero, ahí mismo hay uno, saco plata, saco pasaje al centro. me despido, viajo en un monoriel futurista entre edificios espejados. bajo donde me indican, la salida desemboca dentro de un shopping. todos los shopping malls del mundo se parecen, y en éste hay locales de prada, chanel, gucci, bla. busco infructuosamente un locker para dejar la mochila, abuso del baño impecable, compro algo para desayunar. salgo a la calle a buscar las torres. y descubro que justamente estaban sobre mí. me alejo cruzando un parque, me siento a mirarlas. llueve. las puntas afiladas se hunden en la niebla. más fotos, aquí. |
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viernes, abril 16, 2010
feliz cumpleaños a mí
hace unos días nomás debería haber tomado el vuelo de regreso a buenos aires. qué lejos me parece ahora! hace nomás un año estaba rodeada de gente en plaza serrano, tras 5 meses de viaje por sudamérica andina y la cerecita de la torta con el camping en córdoba. 365 días después estoy en ko lipe, una isla al sur de tailandia. festejo mi cumple con peces de colores y brindo con aguas cristalinas. tras el mate a la mañana, vamos de excursión en bote a unos arrecifes de coral. abajo del agua, un universo de colores y texturas peces, corales, estrellas, erizos... una isla con el agua más turquesa que puedan imaginar y una playa de harina más que de arena. al regreso, otro mate, una lluvia cosquillosa que no alcanza para apagar el atardecer incendiario, el sol es magma derretido en el horizonte. ya la luna sonríe finísima a lo lejos. bailamos unos tangos en el porch del bungalow. hago una torta mínima con galletitas, soplo la velita, casi no pido deseos, no hace falta. me voy a dormir con el mar en los ojos. tengo un sueño profundo... más fotos, acá. |
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martes, abril 13, 2010
waterworld
hace tres años que no nos vemos, aunque nos conocemos hace como 15. y ahora, maravillosas no-casualidades, está en tailandia. quedamos en encontrarnos en la estación de tren de bang kok y temo no reconocerlo. pff! sino fuera por la barba, tendría la misma cara que a los 10! no hay tren para esta noche, pero mucho no nos importa, tenemos mate y tanto para contarnos! compramos pasajes para el día siguiente y nos sentamos en el piso de la estación de tren a charlar. al día siguiente entonces volvemos a la estación. colgamos, cambiamos bus por tuk tuk a mitad de camino, corremos, llegamos medio minuto antes de lo que dice el boleto, subimos agitados. son las 3 y media, nos esperan más de 18 horas de viaje con calor en asientos minúsculos. charlamos hasta cansarnos, él se enrosca en el suelo y yo me quedo en el asiento, dormimos como se puede. el sol ya está alto y el calor a pleno cuando llegamos a hat yai. tenemos que conseguir un tuk tuk que nos lleve a la terminal de buses para conseguir un bus que nos lleve a la terminal de botes para ir a la reserva de ko tarutao. y está complicado. conseguimos uno, subimos, hacemos una cuadra y entramos a un campo de batalla. es el año nuevo tailandés y se festeja con una guerra de agua: todo el mundo está en la calle con baldes y pistolas, en la vereda o en camionetas, empapando al resto. hacemos unas cuadras, estamos empapados también, nos miramos: y si nos quedamos una noche en hat yai? bajamos del tuk tuk, ponemos las fundas para lluvia en las mochilas, hacemos dedo a una camioneta que va con gente y baldes en la parte de atrás y nos sumamos al carnaval versión thai! más fotos, acá. |
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domingo, abril 11, 2010
conejo de viaje
me despierto tarde, como al mediodía. pero no salgo como hasta las 4 pm, cuando el calor afloja levemente su prisión invisible. camino unas cuadras, alquilo una bici, pedaleo hasta cruzar un puente. del otro lado del río (como la canción de jorgito...) hay menos civilización y más verde. plantas de banana asoman sobre la ruta. saludo a un viejito en moto, paro a comprar unas frutas, sigo viaje. llego a otro puente, éste es ferroviario, histórico, una atracción turística. está lleno de gringos arriba, ato la bici y subo también. saco fotos, pasa el tren, hay que correrse, el tren se va, vuelvo a sacar fotos, me voy también. vuelvo del lado de la civilización, paso otra vez por el puente ferroviario pero esta vez del otro lado, me alejo del centro, voy buscando un lugar sobre el río para ver el atardecer que acecha en el horizonte. no consigo, pero encuentro un horizonte decente y arbolado donde el sol se escurre por este día. saco más fotos, me subo a la bici, regreso al centro, paso por un mercado, ¿cómo voy a seguir de largo y perderme ese mundo de colores? camino entre los puestos, no solo hay colores sino también olores, sabores, texuras... compro algo para la cena (una ensalada, hace mucho calor para fideos), vuelvo a la bici, pedaleo más, llego a la estación de buses, hay otro mercado pero paso rapidito. sigo por una perpendicular, voy en dirección al río, descubro una costanera que no había notado en el mapa, hay unos restaurantes flotantes con bandas tocando en vivo. me siento en la costa, canto a lo lejos con la banda unos clásicos ochentosos, algo se agita en el agua, como un pez extraño o una planta acuática. danza en las olas suaves, o quizás se ahoga, se mueve levemente en dirección a la costa. se acerca, me acerco, tiene colores, no es un pez, ¡es un conejo! (un conejo de peluche, no sean susana giménez, se los ruego). meto las patas en el agua, también la mano, lo rescato, juntos nos sentamos en la orilla a escuchar la última canción mientras mi nuevo amigo se escurre. más fotos, acá. |
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viernes, abril 09, 2010
diez días
hace ya 10 días que estoy en tailandia y si bien tengo algunas cosas para contar, no sé muy bien por donde empezar.
todo parece pequeño y bonito. amigable, poco intrusivo... digamos que en los últimos 4 días no hablé con nadie, excepto por transacciones comerciales (comprar comida, conseguir hotel, encontrar un bus) y en los días previos sólo hablé con un local, mi guest en bangkok, una chica que vivió como 20 años en ee.uu. y si bien todos sonríen y saludan amablemente, casi nadie habla inglés, lo cual complica grandemente la interacción, aunque nadie parece muy interesado.
la oferta de comida es increíble: hay puestos callejeros por todos los rincones, abiertos a horas inesperadas. hay fideos, arroz por supuesto, salchichas, chorizos (que adentro a veces tienen arroz, mentirosos!!) , bolitas de pescado y de calamar, pollo, cerdo, calamares, langostinos, todos atravesados por palitos de brochette, que van a la parrilla o fritos. además hay frutas, que te venden pelada, cortada y en bolsitas: ananá, pomelo, sandía, mango, papaya... hay unas sandías que son amarillas por dentro y por supuesto muchas otras frutas cuyo nombre desconozco. hay además una pasión (que comparto) por el café frío y un montón de cosas dulces que aún no probé. todo lo envuelven primorosamente en cantidades irritantes de plástico descartable.
sino te gusta lo que venden ahí, existe 7/11, una cadena de mercados que venden poca cosa de comida (como un mercadito de estación de servicio, digamos) pero tienen aire acondicionado. no, no lo venden, lo tienen funcionando. y cuando afuera hacen 40 grados, es un placer entrar a darse una vuelta por las góndolas, ver que cosas uno ni piensa comprar y salir refrescado.
viajar es fácil, las estaciones de buses son pequeñas y ordenadas, y están impecables. las rutas están bien pavimentadas y señalizadas, y aunque los buses que tomé hasta ahora no eran muy nuevos, estaban super limpios. también los trenes, aunque hasta ahora tomé dos y uno se retrasó como hora y media (lo cual, para un trayecto de una hora es mucho).
los lugares donde estuve eran bonitos. asequibles, pequeños. nada del otro mundo.
inofensivos.
eso es, esa es la palabra: tailandia me parece inofensivo.
todo parece pequeño y bonito. amigable, poco intrusivo... digamos que en los últimos 4 días no hablé con nadie, excepto por transacciones comerciales (comprar comida, conseguir hotel, encontrar un bus) y en los días previos sólo hablé con un local, mi guest en bangkok, una chica que vivió como 20 años en ee.uu. y si bien todos sonríen y saludan amablemente, casi nadie habla inglés, lo cual complica grandemente la interacción, aunque nadie parece muy interesado.
la oferta de comida es increíble: hay puestos callejeros por todos los rincones, abiertos a horas inesperadas. hay fideos, arroz por supuesto, salchichas, chorizos (que adentro a veces tienen arroz, mentirosos!!) , bolitas de pescado y de calamar, pollo, cerdo, calamares, langostinos, todos atravesados por palitos de brochette, que van a la parrilla o fritos. además hay frutas, que te venden pelada, cortada y en bolsitas: ananá, pomelo, sandía, mango, papaya... hay unas sandías que son amarillas por dentro y por supuesto muchas otras frutas cuyo nombre desconozco. hay además una pasión (que comparto) por el café frío y un montón de cosas dulces que aún no probé. todo lo envuelven primorosamente en cantidades irritantes de plástico descartable.
sino te gusta lo que venden ahí, existe 7/11, una cadena de mercados que venden poca cosa de comida (como un mercadito de estación de servicio, digamos) pero tienen aire acondicionado. no, no lo venden, lo tienen funcionando. y cuando afuera hacen 40 grados, es un placer entrar a darse una vuelta por las góndolas, ver que cosas uno ni piensa comprar y salir refrescado.
viajar es fácil, las estaciones de buses son pequeñas y ordenadas, y están impecables. las rutas están bien pavimentadas y señalizadas, y aunque los buses que tomé hasta ahora no eran muy nuevos, estaban super limpios. también los trenes, aunque hasta ahora tomé dos y uno se retrasó como hora y media (lo cual, para un trayecto de una hora es mucho).
los lugares donde estuve eran bonitos. asequibles, pequeños. nada del otro mundo.
inofensivos.
eso es, esa es la palabra: tailandia me parece inofensivo.
martes, abril 06, 2010
cuando te regalan un reloj
cuando te regalan un reloj, dice don julio, te regalan un pequeño infierno florido, una cadena de rosas, un calabozo de aire.*
liberada ya de mi grillete electrónico indio (vendí mi móvil la noche antes de partir) carezco de elemento alguno que me indique la hora. sí, está bien, admito que es un tema que nunca me ha preocupado demasiado -bien lo saben los que mucho me han esperado- pero a veces hace falta, especialmente si uno pretende tomar un tren o colectivo que tenga la absurda intención de salir a una hora determinada (no como los buses en bolivia, que salen cuando se llenan... eso es atender a la demanda!).
el tema es que para no andar cargando con mi casi inútil, casi antediluviano nokia 1100 -digamos que la sim card no funciona, es como tener un "celular-pinocho"- únicamente para que me dé la hora, comencé a evaluar comprarme un reloj.
ví unos cuantos, me probé algunos, rechacé todos. mi muñeca se ve tan hermosa libre de ataduras horarias...
*extracto de Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, de Julio Cortázar
liberada ya de mi grillete electrónico indio (vendí mi móvil la noche antes de partir) carezco de elemento alguno que me indique la hora. sí, está bien, admito que es un tema que nunca me ha preocupado demasiado -bien lo saben los que mucho me han esperado- pero a veces hace falta, especialmente si uno pretende tomar un tren o colectivo que tenga la absurda intención de salir a una hora determinada (no como los buses en bolivia, que salen cuando se llenan... eso es atender a la demanda!).
el tema es que para no andar cargando con mi casi inútil, casi antediluviano nokia 1100 -digamos que la sim card no funciona, es como tener un "celular-pinocho"- únicamente para que me dé la hora, comencé a evaluar comprarme un reloj.
ví unos cuantos, me probé algunos, rechacé todos. mi muñeca se ve tan hermosa libre de ataduras horarias...
*extracto de Preámbulo a las instrucciones para dar cuerda al reloj, de Julio Cortázar
sábado, abril 03, 2010
same same but different*
en bangkok, la gente no lleva turbantes y usa zapatos. se sienta a comer en sillas, apoya los platos en mesas, usa cubiertos. tiene teléfonos celulares pero no se obsesiona con ellos ni va escuchando su música a todo volumen. pocos hablan inglés, pero pareciera que están acostumbrados a la presencia western: nadie te mira fijo como si recién hubieras bajado de un asteroide.
las chicas visten musculosas, minifaldas, minishorts, maquillajes, adornos en el pelo, pestañas postizas, lentes de contacto de color, tacos aguja. los muchachos parecieran ser númericamente inferiores; van de jeans, remera y peinados modernos. no hay mucha gente mayor en la calle (o todos tienen la piel muy tersa), tampoco ví muchos niños.
en las calles no hay vacas y los autos son nuevos en general, supongo que todos de origen japonés; los taxis son fucsias, verdes y turquesas. hay algunos tuks tuks pero no hay cycle-rickshaws, hay también mototaxis pero en ninguno de los casos te gritan para que te subas a uno.
las calles son en su mayoría rectas, no un entramado de callejas retorcidas; hay veredas para los peatones y sendas peatonales. el tránsito es ordenado, hay semáforos que todos respetan y nadie toca bocina. la gente no viaja en el techo de los buses sino adentro, los bondis llevan un número delante y se detienen en las paradas prefijadas cuando alguien toca el timbre, sin necesidad de golpear la pared o el techo. algunos hasta tienen aire acondicionado y tv.
hay muchos puestos callejeros de comida, pero no hay puestos de chai a cada paso, ni tampoco peluqueros, ni planchadores, ni zapateros, ni dentistas, ni herreros, ni costureros trabajando al aire libre. en cambio, sí hay infinidad de supermercados que están abiertos hasta tarde. y aunque los tachos de basura no abundan, las veredas están razonablemente limpias.
los puestos venden desde carne hasta frutas, fideos, café, jugos, la oferta es amplia y colorida. los que venden usan guantes y quizás barbijos en algunos casos, pinzas por supuesto. nada de envolver las cosas en hojas de árbol o papel de diario: todo viene primorosamente envuelto en plástico.
hay templos, claro, pero la religión no es el motor fundamental de la sociedad: nadie está cantando a las 4 de la mañana o haciendo pooja en su negocio a las 7 ni con una marca roja en la frente.
podría decir entonces que bangkok se parece bastante a cualquier otra ciudad occidental, podría decir entonces que se parece bastante a cualquier otra ciudad que he visto y/o habitado aparte de la india. por qué será que me sigue pareciendo tan extraña?
*same same but different: frase ultrarepetida en india cuya traducción literal es "igual igual pero diferente", y que sirve de ejemplo para las infinitas contradicciones indias.
las chicas visten musculosas, minifaldas, minishorts, maquillajes, adornos en el pelo, pestañas postizas, lentes de contacto de color, tacos aguja. los muchachos parecieran ser númericamente inferiores; van de jeans, remera y peinados modernos. no hay mucha gente mayor en la calle (o todos tienen la piel muy tersa), tampoco ví muchos niños.
en las calles no hay vacas y los autos son nuevos en general, supongo que todos de origen japonés; los taxis son fucsias, verdes y turquesas. hay algunos tuks tuks pero no hay cycle-rickshaws, hay también mototaxis pero en ninguno de los casos te gritan para que te subas a uno.
las calles son en su mayoría rectas, no un entramado de callejas retorcidas; hay veredas para los peatones y sendas peatonales. el tránsito es ordenado, hay semáforos que todos respetan y nadie toca bocina. la gente no viaja en el techo de los buses sino adentro, los bondis llevan un número delante y se detienen en las paradas prefijadas cuando alguien toca el timbre, sin necesidad de golpear la pared o el techo. algunos hasta tienen aire acondicionado y tv.
hay muchos puestos callejeros de comida, pero no hay puestos de chai a cada paso, ni tampoco peluqueros, ni planchadores, ni zapateros, ni dentistas, ni herreros, ni costureros trabajando al aire libre. en cambio, sí hay infinidad de supermercados que están abiertos hasta tarde. y aunque los tachos de basura no abundan, las veredas están razonablemente limpias.
los puestos venden desde carne hasta frutas, fideos, café, jugos, la oferta es amplia y colorida. los que venden usan guantes y quizás barbijos en algunos casos, pinzas por supuesto. nada de envolver las cosas en hojas de árbol o papel de diario: todo viene primorosamente envuelto en plástico.
hay templos, claro, pero la religión no es el motor fundamental de la sociedad: nadie está cantando a las 4 de la mañana o haciendo pooja en su negocio a las 7 ni con una marca roja en la frente.
podría decir entonces que bangkok se parece bastante a cualquier otra ciudad occidental, podría decir entonces que se parece bastante a cualquier otra ciudad que he visto y/o habitado aparte de la india. por qué será que me sigue pareciendo tan extraña?
*same same but different: frase ultrarepetida en india cuya traducción literal es "igual igual pero diferente", y que sirve de ejemplo para las infinitas contradicciones indias.
jueves, abril 01, 2010
todo nuevo
cuatro y media de la mañana suena el despertador como una broma de mal gusto, especialmente considerando que me acosté a las cuatro. ducha obligada con agua fría, aún de madrugada el clima de calcuta amerita una refrescada.
con esfuerzo cierro la mochila, a pesar de que acá me deshice de más 3 kg de carga.
con cierta pena, cierro la puerta de la última casa que me recibió como huésped en la india.
salgo a la calle, el sol no asoma aún, los pájaros reemplazan bellamente las bocinas ausentes, la calle está desconocidamente desierta.
espero el colectivo, los carteles están en hindi, los buitres tacheros se acercan ávidos, al final viene el bus. bajo en el aeropuerto, apuro el último chai en el estacionamiento, check in y a volar.
las azafatas van con saris, vemos una peli de bollywood. eso que se ve por la ventanilla es tailandia. tailandia! menos de dos horas y aterrizamos, justo antes de que termine la película. igual, seguro se quedaba con la chica.
el aeropuerto de bangkok es impresionante. hasta el baño tiene orquídeas! enorme, impecable, minimalista, todo de acero y cristal, absolutamente high tech. busco la oficina de visa on arrival, resulta que los argentinos no precisamos visa para entrar pero sí el certificado de la vacuna contra la fiebre amarilla. mmm, creo que lo tengo, pero... está en la mochila, que está del otro lado de migraciones. voy a migraciones, no me pueden dejar salir sin el certificado de la vacuna, no puedo presentar el certificado sino salgo. llaman a alguien de la aerolínea, me escoltan hasta la mochila, reviso el bolsillo donde debería estar. y, oh ironía, no está. manoteo otro certificado, vuelvo a cruzar migraciones, vuelvo a la oficina de control de salud. hay mucha gente por suerte, todos extienden sus cartoncitos amarillos, yo entrego el otro entre el pasaporte, la tarjeta de embarque y el papel de migraciones, hago una pregunta tonta, completo un papel más que me dan, sonrío mucho, milagrosamente me sella, vamos todavía, me estampa un sello precioso que dice que presenté el certificado, salgo casi corriendo con una sonrisa aún más grande, no sea cosa que se arrepienta, sino me tengo que dar otra vez la vacuna y sale como 70 pesos, vuelvo a migraciones, 90 días de estadía, una maravilla.
treinta y muchos grados hacen puertas afuera, me tomo un bus gratuito con aire acondicionado que me lleva hasta la terminal de buses dentro del aeropuerto, me tomo otro también con aire acondicionado hasta el centro. en el camino, edificios impecables, autos coloridos, nada parecido al paisaje que recorrí los últimos nueve meses.
bajo en el centro. parece disneylandia! todo es de colores brillantes, hay unos puestos de comida que nunca ví antes, las gentes parecen más bien japonesas o chinas, hay chicas hablando con chicos, no hay saris pero sí escotes y minifaldas, hay raros peinados nuevos y ropas fashion. como estar en un animé japonés tamaño real! estoy en estado de shock. creo que pasé demasiado tiempo en la india.
con esfuerzo cierro la mochila, a pesar de que acá me deshice de más 3 kg de carga.
con cierta pena, cierro la puerta de la última casa que me recibió como huésped en la india.
salgo a la calle, el sol no asoma aún, los pájaros reemplazan bellamente las bocinas ausentes, la calle está desconocidamente desierta.
espero el colectivo, los carteles están en hindi, los buitres tacheros se acercan ávidos, al final viene el bus. bajo en el aeropuerto, apuro el último chai en el estacionamiento, check in y a volar.
las azafatas van con saris, vemos una peli de bollywood. eso que se ve por la ventanilla es tailandia. tailandia! menos de dos horas y aterrizamos, justo antes de que termine la película. igual, seguro se quedaba con la chica.
el aeropuerto de bangkok es impresionante. hasta el baño tiene orquídeas! enorme, impecable, minimalista, todo de acero y cristal, absolutamente high tech. busco la oficina de visa on arrival, resulta que los argentinos no precisamos visa para entrar pero sí el certificado de la vacuna contra la fiebre amarilla. mmm, creo que lo tengo, pero... está en la mochila, que está del otro lado de migraciones. voy a migraciones, no me pueden dejar salir sin el certificado de la vacuna, no puedo presentar el certificado sino salgo. llaman a alguien de la aerolínea, me escoltan hasta la mochila, reviso el bolsillo donde debería estar. y, oh ironía, no está. manoteo otro certificado, vuelvo a cruzar migraciones, vuelvo a la oficina de control de salud. hay mucha gente por suerte, todos extienden sus cartoncitos amarillos, yo entrego el otro entre el pasaporte, la tarjeta de embarque y el papel de migraciones, hago una pregunta tonta, completo un papel más que me dan, sonrío mucho, milagrosamente me sella, vamos todavía, me estampa un sello precioso que dice que presenté el certificado, salgo casi corriendo con una sonrisa aún más grande, no sea cosa que se arrepienta, sino me tengo que dar otra vez la vacuna y sale como 70 pesos, vuelvo a migraciones, 90 días de estadía, una maravilla.
treinta y muchos grados hacen puertas afuera, me tomo un bus gratuito con aire acondicionado que me lleva hasta la terminal de buses dentro del aeropuerto, me tomo otro también con aire acondicionado hasta el centro. en el camino, edificios impecables, autos coloridos, nada parecido al paisaje que recorrí los últimos nueve meses.
bajo en el centro. parece disneylandia! todo es de colores brillantes, hay unos puestos de comida que nunca ví antes, las gentes parecen más bien japonesas o chinas, hay chicas hablando con chicos, no hay saris pero sí escotes y minifaldas, hay raros peinados nuevos y ropas fashion. como estar en un animé japonés tamaño real! estoy en estado de shock. creo que pasé demasiado tiempo en la india.
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