viernes, agosto 27, 2010

pequeñeces pequinesas 2


nuestro host es chino pero vivió casi toda su vida en ee.uu., y sabe muchísimo de historia, política y economía. con la intención de demostrar cuán globalizado está el consumo en china (como si hiciera falta), nos lleva a un shopping de super lujo donde florecen marcas internacionales. entre ellas, un local de teléfonos celulares que cuestan 80000 yuanes (10000 dólares!) con oro y diamantes, cuyo mayor encanto es que fueron ensamblados a mano (?). se podrán imaginar, estoy en mi salsa.
vamos a un local de panasonic, y entre otras modernidades hay tv en 3d, inodoros donde se puede regular la temperatura del asiento y un sillón masajeador. miramos la tele, el inodoro tiene un cartel que dice "refrain from using" (absténgase de usarlo) así que le hacemos caso, pero no podemos evitar la tentación del sillón.
me tengo que sacar el anillo aquel que compré en perú, bien vale la pena, el sillón te masajea de los pies a la cabeza.
nos vamos, recién al otro día descubro que mi dedo está desnudo. no puedo volver ese día al shopping, recién regreso al día siguiente. voy directamente al local de panasonic, que ocupa dos pisos. un batallón de simpáticos empleados que no hablan inglés se me acercan. una chica habla un poco, la llevo hasta donde está el sillón, con señas le explico que perdí mi anillo.
asiente con la cabeza, va a hablar con uno, luego con otro más, se arma un revuelo con cinco o seis empleados, la chica me dice que espere, intenta preguntarme como es el anillo, espero un rato, van a buscar a otro empleado que habla inglés, él también me dice que espere, al fondo los mismos cinco o seis pululan alrededor de una mujer con lentes pero sin uniforme, ella abre un armario con llave, saca un sobre blanco de cartón tamaño oficio, se acerca a mí con parsimonia, el que habla inglés vuelve a preguntarme cómo es el anillo, le digo que es de tres metales, bronce, cobre y alpaca, todos enredados, que en una parte se forma como una rosa, el muchacho traduce lo que digo a la mujer de lentes, ella abre el sobre que es de esos que se cierran con un hilo, del fondo emerge mi joya tan querida, todos contemplan la entrega emocionados, me piden que firme el sobre, dejo mi autógrafo para la posteridad y me voy feliz con mi dedo anillado, custodiada por sonrisas con uniforme de panasonic.

2 aportes al desconcierto general.:

Animor | 31 agosto, 2010 15:42

Que felicidad!! en anillo protector...

Anónimo | 01 septiembre, 2010 13:25

Yo una vez me entregué a un sillón masajeador, por equívoco que suene. No es lo mío...
Es mejor que un masaje cuidar el anillo, que vale un Perú...