domingo, agosto 01, 2010

fideos, abanicos y mucho, pero mucho calor


8 pm una nube de taxistas nos espera al bajar del bus en langzhong. hace un calor grosero. me niego, debe haber un bus local. vamos con nuestra libretita con dos palabras clave: lancheng, ciudad vieja, y quiche, bus local. al fin nos desprendemos de los taxistas y nos subimos al primer bus que pasa, muy lejos no nos debe dejar.
langzhong es una ciudad antigua (venimos haciendo adrede un recorrido por pueblos tradicionales), o más bien es una ciudad moderna que tiene una parte antigua muy linda y bien preservada. al menos eso es lo que hemos leído.
vamos por una avenida amplia, claramente hacia el centro, el chofer nos dice que nos bajemos en un punto y caminemos hacia la izquierda. son todos edificios, esto no parece el pueblito idílico cuya descripción leímos, es difícil saber en la oscuridad y sin mapa, volvemos a preguntar, doblamos acá, de pronto el horizonte se va aplanando, el asfalto transmuta en losas de piedra, los neones en farolitos rojos, las vidrieras en puertas de madera labrada.
la mañana confirma las sospechas, el lugar es lindísimo. me levanto temprano, jonathan se queda durmiendo, y con la cara de dormida que tengo, me mimetizo entre la multitud de ojos rasgados. no hay turistas, ni chinos ni extranjeros, o al menos no los veo. 7.30 está todo el mundo en la calle con su botellita de té en mano, a las 11 el calor será tal que no quedrá otra que la reclusión. por todos lados venden fideos que amasan ahí mismo y a mano, y una especie de panes al vapor rellenos, además de unas madalenas que saben exactamente como vainillas. hay sandías, uvas, duraznos y una mezcla entre manzanas y peras, hay patos, gallinas y peces, en el mercado suena como una música, en varias tablas de madera zapatean cuchillas sobre carne y especias, percusión inesperada.
a la tarde otra vez caminata, hay casas tradicionales cuyos patios sombríos se pueden visitar, hay plátanos en las veredas y un paseo junto al río. son quizás las 7 pm, aún hace mucho, mucho, pero mucho calor. todos los chinos van con su abanico en mano, me recuerdan a mis abuelos correntinos y su pantallita (y no pantashita, como pronunciamos los porteños). es gracioso por un momento concentrarse únicamente en el aleteo conjunto e involuntariamente acompasado de todas esas alas solteras en tantas manos distintas, como si estuvieran agitando al unísono la realidad para que el tiempo no se quede dormido en el sopor de la tarde y traiga sin demoras el esperado alivio de la noche.

más fotos acá. (conseguí un programita para poder usar blogger, picasa, facebook y la mar en coche!)

5 aportes al desconcierto general.:

Anónimo | 04 agosto, 2010 13:03

Leer esto causa la misma impresión que tengo casi siempre, abrumado de leer la poesía que se te escapa entre renglón y renglón. Digamos que viene a la mente siempre la misma becqueriana frase, irrepetible porque el tiempo la condenó a la grasitud, y con la comida china a full, basta de grasa...

p | 04 agosto, 2010 13:09

ay, anónimo, no entendí el final. o no tengo en mente la frase becqueriana en cuestión, o entre la grasa se me resbala el concepto fundamental del comentario.
su abrumación es buena o mala? le gusta la poesía escapista o le cae como patada al hígado?

Anónimo | 04 agosto, 2010 18:15

La abrumación no puede ser mala, nadie muere por ese tipo de sobredosis.
La frase becqueriana se le escapa porque ya el español es para usté un retrocruzamiento genético del lenguaje.
Ni en pedo la escribo, bastante con que me resuene en la cabeza cuando leo el blog. Es el XXI. No me gusta Bécquer.

Anónimo | 04 agosto, 2010 18:17

Aclaro: Comments no soporta el target="new"...

p | 04 agosto, 2010 22:41

anónimo, usté siempre va one step ahead.