lunes, julio 19, 2010

en un bosque de la china


si estábamos buscando algo así como la china rural, creo que acá la encontramos. estamos en ping'an, en los minority rice fields. terrazas y terrazas de arroz dibujando curvas imposibles, delineando los vaivenes de las laderas. escalones de flecos verdes que danzan en el viento hasta donde llega la vista, ondulaciones infinitas de bambú y arroz. venir hasta acá justifica venir a china, sencillamente. es increíble.
ayer decidimos ir a dazhai, que queda a 3, ó 4, ó 5 horas de caminata. en el camino, como a unos 40 minutos de caminata por valle amplio, llegamos a un puentecito techado custodiado por dos señoras de la etnia yao, famosas por no cortarse el pelo. tienen el pelo largo, más largo que ellas mismas. se lo enroscan alrededor de la cabeza que terminan con una especie de rodete en la frente.
pues las dos encantadoras señoras están sentadas ahí y nos invitan a sentarnos. dudamos, nada es gratis en este mundo, pero al final nos sentamos. nos preguntan donde vamos, decimos que a dazhai. oh, mama goes to dazhai, dice una de ellas, we go together. ay, para qué. emprendemos la caminata otra vez flanqueados por ambas, una delante y otra detrás. decimos no, no, we go alone, pero no hay caso. dicen que hay muchos caminos para dazhai y que ellas van para ahí, bla. yo estoy recaliente, me siento rehén. odio, odio profundamente que me digan que hacer y mucho más que me fuercen a hacer algo que no quiero. ellas ofrecen su servicio y me parece perfecto, pero si decimos no, es no. no hace falta ir con guía, no quiero ir escuchándolas hablar a los gritos, ni pagar comisión por ir con ellas. no y no, voy ofuscadísima. jonathan se ríe, me dice que que me lo tome con calma. yo sé que tiene razón pero igual. seguimos la caminata, un sendero de piedra ondulando entre arrozales y colinas. subidas y bajadas, cursos de agua, está nublado pero se nota que es mediodía. de pronto la vista se abre en un nuevo valle, el camino de piedras se pierde entre un montón de casas enormes de madera y techos de tejas de un arcilla negruzca. zhongliù, nos dicen, mifa mifa (o algo así que quiere decir comida), sí nos vendría bien parar. el pueblo es un laberinto de pasadizos entre casas de madera, todo huele a pino, las casas son gigantes con dos o tres pisos y muchas ventanas pero por dentro se ven vacías. no hay nada como un restaurant, nomás como almacenes, en unos piden 20 yenes por cabeza, una de las mujeres nos dice que podemos conseguir más barato más arriba, la seguimos, paramos en una casa, hay un hombre arrugado fumando un cigarrillo rolado con un papel con inscripciones chinas, elemental, en un salón enorme y desierto, apenas unas banquetitas mínimas de madera y una mesa baja. tres puertas apuntan al salón, más una escalera hacia el piso superior. apenas tras una angostura del espacio asoma la cocina, negra de humo y grasa, un fogón en el piso, un par de ollas ennegrecidas de humo, un tacho con agua y una tele donde pasan telenovelas chinas. una de las dos dice que ésta es su casa, hacen fuego y se ponen a cocinar en un wok varios vegetales, grasa de cerdo, huevos, obviamente el arroz ya está listo, nos presentan tres platos distintos de vegetales, arroz aglutinado envuelto en hojas de chala, como humitas y arroz blanco. para coronar, carne (o más bien grasa) de cerdo frita y una especie de vino de arroz fermentado. el vino desafía el asco de jonathan: le tocó con bichos y la verdad es que tiene un aspecto horrendo, pero no está mal. la comida está riquísima, o tenemos mucho hambre. retiro todo mi enojo, toda mi bronca, todo lo dicho, esto es mejor que cualquier restaurante, están cocinando para nosotros ahí mismo y nos dejan ser parte de la intimidad de su casa, de su vida.
el reloj acusa casi las 4 pm, nos dicen que dazhai está todavía a 3 horas de caminata, afuera amenaza lluvia, yo tengo más ganas de quedarme ahí que otra cosa, nos preguntan si nos queremos ir o quedarnos, es gracioso como uno se puede entender por señas, dormir, dicen, juntan las manitos y tuercen la cabeza, usándolas como almohadas. las 4 más 3 horas de caminata con lluvia, me pa que nos quedamos, sí, nos quedamos, en seguida ponen manos a la obra para habilitarnos un cuarto, una barre, la otra trae mantas limpias.
jonathan le ofrece un cigarro al tipo, él agradece y luego estira uno de sus cigarros, un cucurucho de un papel ordinario y grueso, es un hecho, nos quedamos.
en el camino habíamos pasado una catarata chiquita, había unos nenes nadando, vamos hasta ahí, se larga a llover un poco, igual seguimos, todo cuesta abajo otra vez. jonathan se mete sin dudarlo, el agua está fría y aún gotea, yo lo pienso porque no tengo otra ropa ni toalla ni nada, y siempre es lo mismo para las mujeres en estos lugares, hay que tener cuidado de no ofender la moral local. aparecen tres nenes locales, se meten en el agua, uf, con este público sí que no me meto, o sea, me tengo que poner en ropa interior y no da. al final para de llover, los enanos se pierden y yo me decido, está fría pero hermosa, cinco minutos nomás pero viene bien porque hoy no habrá ducha. piel de gallina que me dura un rato largo largo, espero que no me pase lo de luang prabang, otra vez empieza a gotear, volvamos a la casa que me pongo el rompeviento, lo único que traje, ya están preparando la cena, nos sentamos cerca del fuego y todo empieza otra vez. el menú es casi idéntico, esta vez se sientan junto con nosotros a cenar. en un balde, un ruido, hay un pescado revolviéndose apretado en su prisión líquida, dice que lo cocinarán mañana.
a las 9 ya estamos para irnos a dormir excepto que me agarra un ataque de alergia, entre el polvo y la humedad. hace tiempo que no tengo alergia, estornudo tras estornudo, no sé que le pasa a mi cuerpo últimamente que se quiere hacer notar. se escucha el revoloteo acuoso del pescado a pesar del concierto de achís, jonathan trata de enseñarme como pronunciar pescado en francés, poison que no es lo mismo que poisson, veneno. las sutilezas del acento me vencen, jonathan se ríe, yo también, tanto que ya no puedo pronunciar más.
me desperté como a las 5 y algo con un dolor extraño, una compresión violenta en la caja torácica, frente, espalda y perfil, mezcla de la cama dura, la humedad y haber trepado anteyer con 15 kg en la espalda. me asomo a ver si habrá algo así como amanecer, está nubladísimo, vuelvo a la cama, no encuentro posición, me duele por todos los flancos. me levanto para ir al baño, una letrina horripilante en el piso de abajo de la casa vecina, pegado al establo; cada casa tiene el suyo, mezcla de establo, depósito, leñera y basurero. vuelvo a la cama, no hay caso, me levanto otra vez, no son las 8 aún, nuestra anfritiona está cortando hojas de taro, creo que las usan para dar de comer a los animales, me muestra sus dedos derretidos por un accidente eléctrico con la arrocera, elemento indispensable en todas las casas asiáticas que visité.
vuelvo al cuarto, jonathan duerme o algo así, me tienta, duermo un rato más. al final nos levantamos tipo 8, ya está todo en marcha, otra vez la misma comida para el desayuno, todo frito en grasa, dos días así y tengo que mandar mi hígado de vuelta a casa, me siento pésimo, casi no como nada. la otra señora está también presente, hacemos los honores, es hora de pagar, hablamos entre nosotros en inglés y nos pescan al vuelo, vamos a tener que empezar a hablar en francés en situaciones como éstas, 150 yenes igual era lo que habíamos pensado, por tres comidas y alojamiento para los dos, no está mal, nos sacamos fotos con ellas, harmoso.
estoy ondeando bandera blanca con la idea de ir a dazhai, 3 horas de caminata que serán 5, nos vamos a tener que quedar a dormir ahí antes de volver a pign'an donde dejamos las mochilas, me quedé sin pilas en la cámara otra vez, otra vez amenaza lluvia y no tenemos pilcha, y yo de verdad que me siento pésimo. jonathan que es un amor a la enésima va a comprar agua y me trae un chocolate, evaluamos las posibilidades, decidimos emprender la vuelta.
como a las 10 salimos, nuestra anfitriona se enrosca el pelo, se pone las ropas típicas y nos sigue, camina detrás nuestro mientras nos alejamos del pueblo hasta que nos cruzamos con otro grupo de turistas, y ahí nomás se les pone a charlar, go dazhai? mama goes dazhai, zhongliù mifa mifa, se da la vuelta nomás, encabezando el grupo de gringos van marchando de regreso a su pueblo.

1 aportes al desconcierto general.:

Anónimo | 20 julio, 2010 02:29

Copado. Mucho.