viernes, julio 09, 2010

de acá a la china


estoy en china. el bus desde udomxai, mi último stop en laos esta mañana, zigzagueó una vez más entre montañas verdes y caseríos de bambú, hasta que de pronto, unos edificios enormes naranjas, amarillos y rosados irrumpieron en el bucólico paisaje, desubicadísmos.
ah, la cercanía al borde chino es indiscutible.
cruzamos el borde laosiano, una ventanilla polvorienta para recibir el sello final: un mes exacto en laos, todo lo que visa permitía. el edificio chino, un gigante con forma de pagoda y jardines ornamentales. subo la escalera, mochila al hombro, para pasar por migraciones. ante mí un salón blanco inamculado con brillantes pisos de porcelanato. ha llegado la hora, doy el paso triunfal con tanta suerte que se me engancha la ojota en el umbral mínimo y aterrizo de trompa en el suelo sin escalas. bueno, lo de triunfal te lo debo.
el tipo me hace bastantes preguntas, no creo que vean pasaportes argentinos muy seguido, me pregunta si tengo otra identificación, le doy la cédula, dice ok, me estampa el sello y adentro, voy rengueando con mi ojota rota y preocupada por este primer indicio.
volvemos a subir al bus hasta mengla, la ciudad más grande cerca del borde, la ruta está impecable, nada que ver con las laosianas que son un suplicio de piedra y barro.
no tengo idea donde iré luego, las distancias son infinitas y los pasajes, caros.
en la terminal trato de preguntar para donde hay buses, salen a llamar a un señor que tiene un kiosco-frutería-casa de cambio, que parece que es el único que habla inglés.
al final me decido por kunming, hay un bus a las 7, cuesta más de 8 veces mi presupuesto diario. si la tendencia sigue así, voy a estar jodida.
tengo que buscar un banco, camino con la mochila, por suerte acá no hace tanto calor, todo es tan colorido y western que me hace acordar a bangkok, pero acá ni siquiera hay puesto de comida callejeros. tres cajeros y la tarjeta no anda, esto no es buena señal, tendré que cambiar dólares con el amigo polirrubro.
es un señor muy simpático, me hace las preguntas de rigor, que de donde soy, de donde vengo, cuantos años tengo, si estoy casada, porqué no estoy casada a mi edad, etc, etc. tiene una hija preciosa que está jugando con un montón de cartas, tres o cuatro mazos de cartas de póker, tratando de meterlos en sus respectivas cajas que evidentemente son menos que los que debería haber, porque la enana presiona y presiona para que cierren, hasta que me da la caja para que meta aún más cartas y la haga cerrar.
me quedo sentada ahí un rato, cantando para la niña, el polirrubro va y viene gual que su mujer, que atiende la frutería esta y otro puesto a 20 metros justo en la entrada de la terminal.
naturaleza llama, voy a una estación de servicio que está enfrente. dos puertas idénticas, dos ideogramas distintos, ni la menor pista de cual es damas y cual caballeros. bienvenida a china.
una voz desde atrás me rescata, me indican cual es el de mujeres, primera lección aprendida.
me siento cerca de la puerta de la terminal con la netbook, pesco una señal de wifi, confirmado que facebook y blogger no andan, parece que tampoco nada que termine en blogspot, amiguis bloggers los leeré en otro momento, hice bien en mandarle ayer a kika la habilitación para que cuelgue mis posteos por mí. la nena juega al lado mío, hace unos miniavioncitos de papel, jugamos con ellos. la madre se me acerca con un puñado de frutas en la mano, me habla y me sonríe, ojalá pudiera entender que me dice, le digo lo único que aprendí hasta ahora, xie xie, gracias. en veinte minutos sale el bus, se acerca otra vez y me da un choclo, me hace señas de que es algo para comer, me da mucha ternura, no sé como agradecerle más que esas dos palabritas que me parecen tan poco.



(al final encontré un modo de usar blogger, pero para subir las fotos no todavía. paciencia china!)

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