miércoles, noviembre 25, 2009

cuento tibetano


y yo que creía que había estado casi en el tibet cuando fui a mc leod ganj!
no, señor. si el tibet queda en algún lado que no sea el tibet, queda en bylakuppe, en la región de kodagu, a dos horas de mysore, en karnataka.
cinco líneas en la lonely planet que me dejó jonathan (y en francés) me bastaron para decidirme. y james, un italiano (de madre irlandesa, de ahí el nombre) que conocí en un cs meeting en mysore se enganchó con la idea. jolene tenía que volver a goa para un curso de yoga, así que nos despedimos.
bajamos en la ruta, en un pueblo típicamente indio, pero un monje envuelto en la clásica manta bordó nos da la pauta de que estamos cerca; un rickshaw de 10 rupias nos lo confirma. a los 10 minutos llegamos a bylakuppe, una tierra que el gobierno indio cedió a los refugiados de tibet.
el tema es que como es casi territorio tibetano, para quedarse ahí hay que tener un permiso que te dan en delhi, muy práctico. nos pasan la data de que en el pueblo siguiente, sera jey, es posible zafar y allí vamos. tres kilómetros entre banderas de om mani padme ohm y montañas verdes festoneadas de templos dorados.
al llegar, un mundo bordó. un ejército de monjes ocupa las callecitas, hay monasterios y templos aquí y allá. casi no hay "civiles" ni tampoco mujeres. sólo monjes, muchos monjes budistas de todos los tamaños. los vemos jugando al fútbol, tomando té, cargando ollas en la calle, conectándose a internet, charlando en la esquina. las sonrisas son factor común.
al atardecer escuchamos ruidos raros, parece el relato de una pelea pro altoparlante y salimos a buscarla.
en el amplio atrio de uno de los templos, un mar de cabezas rapadas presencia algo que parece un debate. cuesta averiguar de que se trata: los 5 ó 6 que están de pie en medio de la marea bordó, gritan y se golpean las manos. casi como un aplauso, pero medio de costado.
de repente todos se paran, toman su almohadoncito (que todos cargan) y se van, pero no a dormir sino a otro templo, a practicar lo que han visto.
ya son como las 9 y en otro patio entonces, ahora de a pares, todos practican su aplauso. mi teoría es que es una especie de ejercicio argumentativo, donde uno trata de convencer al otro de que está errado y el otro tiene que buscar argumentos para mantener su postura y no flaquear en su fe (creo que leí eso en algún lado, pero no estoy segura). y mientras practican, se ríen también.
james me dice que no la pasan nada mal los tibetanos aquí. hasta que descubrimos que las mujeres no tienen permitido vivir en sera jey. ya bien lo decía el título de la novela mexicana: sin tetas, no hay paraíso.

2 aportes al desconcierto general.:

El Salva | 30 noviembre, 2009 22:00

A partir de tu relato creo interpretar una teoría avalada por una cultura milenaria y comprobada empíricamente por el nano Serrat, cuando dice "no le gustaría no ir a trabajar y jugar al juego que mas le gusta". Los tipos juegan a la pelota, se ríen todo el tiempo, se juntan en las plazas para jugar a una especie de piedra papel o tijera, debaten sobre el sexo de los ángeles y no laburan. Y todo gracias a que? A que no hay mujeres!!!!Conclusión, las mujeres son la principal causa de la infelicidad de los hombres, especialmente xq nos hacen trabajar para satisfacer sus instintos consumistas. Eso si, por lo menos una vez por semana hay que organizar un tour al pueblo vecino. No les parece?

Anónimo | 30 noviembre, 2009 22:05

Che, ¿Es verdad que el pueblo vecino se llama El Paraiso?