martes, noviembre 18, 2008

la dama del desierto


-estás aburrida?
-no.
-yo sí.- dice ella y se acomoda al lado mío decidida a acabar con el silencio de la tarde. poco (por no decir nada) pasa en toconao, a 40 km de san pedro. vine hasta acá a pasar la tarde, pero el sol pega tan fuerte que la parada en la plaza es obligatoria.
ella atiende un local de artesanías justo frente al único banco con sombra. -no pasa nada.- repite por si hiciera falta para luego recitar las preguntas de rigor: de dónde soy, si viajo sola, por qué viajo sola, qué hago ahí qué hago.
hablamos de los turistas, del calor, de las moscas, de los mineros, de la bachelet y cristina, de la "recepción" económica, del membrillo, de su hijo que no le da bola y de su marido y sus hermanas en calama. se siente sola, dice. le pregunto porque no se muda a calama entonces. y responde que fue, que lo intentó, pero que no, ella es de aquí, de aquí nomás, del desierto, y aquí se queda.

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