miércoles, febrero 07, 2007

hombres


mediodía en la city porteña. dos flacos de traje en un puesto de diarios.
embelesados con las tapas de las revistas, y señalando cada una de ellas, uno le dice al otro:
-le doy, le doy, le doy, le doy, le doy, le doy, le doy, le doy...

3 aportes al desconcierto general.:

Hoja Mayor del Gomero | 07 febrero, 2007 21:48

Pero... ¡Qué malintencionada opinión en contra del género masculino!

¡Qué ingrata sorpresa el leer un post tan lleno de prejuicios de parte de la autriz de este blog!

Quizás los jóvenes de traje eran filántropos decidiendo a qué obra benéfica iban a donar sus fortunas, guiándose por las imágenes de las revistas (Ya que las acciones humanitarias siempre son noticia y llenan las tapas de las revistas hasta el hartazgo).

"Es más simple romper un átomo que un prejuicio", dijo el que inventó E=MC2. Usted debería escucharlo.

Anónimo | 08 febrero, 2007 12:02

Hay una clasificación posible dentro de la libidinosidad masculina de expresión pública.

Hay una libidinosidad malsana y obsesiva; la otra es infantil, lúdica, digamos.

Creo que el caso atestiguado es una clara manifestación de la segunda clase. Te diría que hasta me causa un poco de ternura, si lo pienso bien.

Es un poco como "late" y "nola". ¿Te acordás?

p | 08 febrero, 2007 12:58

Dónde está el prejuicio me pregunto, si el post es nomás que un sencillo relato? No hay ni un atisbo de valoración, ni opinión, ni mala intención!! Me parece que el prejuicio está del otro lado...
Ladran, Sancho!

a mi, más que tierno, me resulta extraño escuchar una enumeración semejante, y lejos del juicio valor, confirma mi escasa comprensión del género masculino...
y claro que me acuerdo del late y nola!!